Sanji creció bajo las estrictas expectativas de su padre, Judge, quien deseaba que sus hijos fueran betas, soldados perfectos sin emociones intensas. Sin embargo, su madre, en un acto de amor, alteró su ADN para preservar su humanidad, sin prever la...
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En realidad, no quiere molestar a Zeff. Ya se ha perdido la mayor parte del servicio de almuerzo y le debe demasiado al anciano como para cargarlo con más quejas. Nunca se había sentido tan mal antes. Le duele la barriga y tiene calor, y lo único que quiere es encontrar a Zeff y dejar que lo arrope de nuevo como a un niño pequeño. Pero ya tiene trece años. No debería comportarse como un bebé.
Estar de pie en los muelles no le ha ayudado tanto como esperaba. La brisa salada no le ayuda a aliviar el calor que siente en el cuerpo y la luz del sol sólo le está dando dolor de cabeza. Tendrá que encontrar a Zeff y molestarlo. Gimiendo en voz baja, vuelve a entrar por la puerta de servicio.
Todos los chefs están en la cocina terminando de preparar el almuerzo. No espera ver a nadie y está tan concentrado en llegar al final del pasillo hasta la puerta de la cocina que no reacciona a tiempo cuando se abre la puerta del baño del personal. Se estrella contra el hombre que sale de allí.
"¡Oye, ten cuidado!"
Ugh, es Kenta. Uno de los cocineros más nuevos. No le desagrada, de hecho apenas se fija en él, pero no quiere tratar con nadie en este momento. Solo quiere a Zeff.
Intenta hacerse a un lado y seguir caminando, pero la mano de Kenta cae sobre su brazo con fuerza.
-¿Qué...? -Las fosas nasales del hombre se dilatan. Mira fijamente a Sanji con expresión inexpresiva-. ¿Hablas en serio? Mierda, ¿eres omega?
¿Qué? Sacude la cabeza frenéticamente e intenta apartarse.
-Suéltame -dice Sanji, intentando ser firme y avergonzado cuando su voz suena vacilante e insegura-. Necesito hablar con Zeff.
Él vuelve a respirar, profundamente, y Sanji siente el primer indicio de inquietud cuando sus ojos lo perforan, sus pupilas se dilatan hasta fundirse con el gris de sus iris.
-Oh, no irás a ninguna parte -dice Kenta.
Sanji intenta apartarse lo suficiente para patearlo, pero está tambaleante y descentrado, y no tiene la palanca para alejarse antes de que una mano grande lo sujete por el cuello y se encuentre desollado, instintivamente flácido. Ahora está entrando en pánico, gimiendo, mientras el hombre alfa lo arrastra de regreso al baño que acababa de dejar. Abre la boca para gritar, pero una mano se la tapa antes de que pueda hacerlo, y es arrastrado al baño con un golpe resonante de la puerta.
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Algo esta mal.
Zeff deja el cucharón de sopa y frunce el ceño. No ha visto a Sanji desde que empezó la hora punta del almuerzo y lo había perdido de vista en medio del caos. Ahora, al mirar a su alrededor, no puede ver la cabeza de pelo rubio por ningún lado. Eso es inusual. Al chico le encanta cocinar más que nada y nunca ha faltado a un turno desde que abrió el restaurante. Algo anda muy mal.
