Elisabeth, hija de Rapunzel y Eugene, siempre había sido aventurera.
Tras la llegada de los hijos de los villanos, su vida no volvería a ser como antes, sino mejor, y sería en cierto momento de pánico de Mal que ella vería una oportunidad para cumpl...
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Cuando Elisabeth despertó, se encontró bastante aturdida y sin poder abrir sus ojos por completo, intentando adaptarse a la cantidad de luz que tenía delante. Al recuperar su visión por completo, consiguió apreciar una enorme vitrina llena de botes pequeños con un líquido rosa en el interior. Si enfocaba bien la vista, podía ver pequeños dibujos en las etiquetas de cada bote, y estaban perfectamente ordenados, pero faltaba uno.
Elisabeth no era tonta, sabía perfectamente dónde se encontraba, pero lo que no sabía era cómo salir. Empezó a pensar posibles soluciones, nada parecía servir pues estaban probablemente en alguna fortaleza subterránea. A parte de la excesiva iluminación de la vitrina, no había ninguna evidencia de luz exterior, y por lo tanto, de su libertad. El problema era que estaba atada a una silla por sus muñecas y tobillos, así que necesitaría soltarse primero.
-Mira a quien tenemos aquí. ¡La Princesa Sol! Nos sentimos honrados de disfrutar de tu presencia hoy aquí con nosotros- dijo una chica con el pelo rojo, a quien no le podía ver la cara por el contraluz que las bombillas generaban.
-Um, hola. Yo no quería secuestrarte te lo juro, sólo sigo ordenes- dijo un chico un tanto pálido.
-Cállate Samuel- dijo girando su cabeza drásticamente -bueno, supongo que ese es el precio de la realeza.
-¿Quiénes sois?, ¿qué queréis de mí?- dijo todavía una aturdida Elisabeth.
-Tan solo un pelo tuyo, eso es todo.
La chica se acercó y arrancó un fino pelo de la rubia, quién seguía extrañada por lo que estaba pasando.
-¿Para qué queréis un pelo?, ¿no es un poco ridículo?
-Tranquila Princesa Sol, no hay necesidad de ponerse nerviosa. Mi madre requiere tu cabello para completar la poción que le falta, la curación.
Elisabeth seguía sin saber de qué narices hablaban los dos chicos, pero en cierto momento ambos empezaron a discutir.
-Debería haber reaccionado ya- dijo el chico, que según la información que le había dado, se llamaba Samuel, y era el hijo de Izma.
-Dime florecilla, ¿qué le pasa al pelo?
-Si supiera de que estáis hablando podría contestar.
-Todo el mundo sabe que tu pelo ha obtenido las cualidades mágicas de tu madre, así que espabila y dinos cómo activarlo.
-Mi pelo no tiene poderes, se quedaron con mi madre- dijo ella, no muy segura ya que este tema nunca había sido tratado antes.
-Ya claro, vamos, canta la canción- dijo aquella chica, amenazando a Elisabeth con sus espada, posicionándola a dos milímetros de su garganta.
