Capítulo Ocho

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Segunda oportunidad

«David podía lidiar con una tormenta, pero ¿podría lidiar con James?».

-David

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Build no tenía intención de abrir la carta, nunca la había tenido. Así que no podía explicar por qué, en lugar de tirarla, había llegado cerrada e intacta hasta Halloween. La había colocado en su estantería donde había permanecido guiñándole el ojo y llamando su atención.

Se preguntaba si el sello estampado en el sobre sería de alguna universidad.

Cada vez que lo veía, dudaba y luchaba contra la perversa necesidad de abrirlo y ver qué contenía.

¿Qué sería?

Build se llevó la carta con él a la cocina. Venecia había salido a hacer truco o trato y Bible estaba en la universidad, donde llevaba toda la semana impartiendo un taller.

Luchando contra la tentación, tiró el sobre a la basura y empezó a sacar ingredientes para preparar la cena.

Sacó las tablas de cortar, sacó los cuchillos, sacó las hierbas y las especias y sacó la carta de la basura.

Agachado, gimoteó por su falta de autocontrol.

Bible llevaba toda la semana observándolo, como si supiera que, en algún momento, sucumbiría a la tentación.

La anticipación entre ellos había sido casi palpable y Build había estado hecho un manojo de nervios todo el tiempo.

Pasó el pulgar por la solapa, que cada vez estaba más despegada.

—¡Ya estoy de vuelta! —canturreó Venecia.

Build se levantó, tambaleándose un poco. Venecia estaba frente a él vestida de ángel, con unas alas de puntas doradas y un halo de plumas blanco. Su pelo rojo rizado, suelto, despeinado sobre los hombros, y los ojos brillantes.

—¿Qué estabas haciendo?

—¡Nada! Quiero decir, que no estaba haciendo nada sospechoso. Qué va, para nada. —La vista de Venecia fue al sobre que Build agitaba sin darse cuenta mientras gesticulaba con la mano en la que lo tenía—. Hum, Bible me lo dio, está convencido de que lo abriré.

Venecia dejó caer en la encimera su bolsa de caramelos y miró el sobre más de cerca.

—Oooh, se me había olvidado la carta. No me puedo creer que el sobre siga cerrado, ábrelo.

—Y he ahí mi dilema: no es asunto mío, pero necesito saber qué es.

La luz del salón incidía sobre Venecia desde atrás haciendo que su vestido blanco brillara de forma etérea.

—Yo sí sé qué hay dentro —dijo la niña, dejando caer los hombros—. Pero prometí no decir nada, así que supongo que cumpliré mi promesa.

—¿No vas a decir nada? ¿En serio? ¿Tú, pequeña genio, que nos manejas como marionetas?

—Nuestro proyecto «ANCLAR LA TORMENTA» no puede entrar en conflicto con las promesas que le he hecho a mi padre. —Venecia sonrió—. ¡Ábrelo! Vamos, porfa.

—Sabes cuál es la diferencia entre mentir y omitir la verdad, ¿no?

Porque esto es lo mismo. Tú has hecho una promesa y me jaleas a mí para que la rompa por ti.

Cancer x AcuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora