CAPÍTULO IX

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Fort comenzó a disfrutar hacer preguntas sobre lo que había ocurrido entre Peat y su padre, abusando en general, sólo para ponerle las cosas difíciles a Peat.

Por supuesto, no sabía que en realidad estaba actuando de manera posesiva.

Una noche, mientras se comía las tetas de Peat, incluso soltó los pezones y preguntó maliciosamente: —¿Mi padre alguna vez ha probado el sabor de tu leche?

El rostro de Peat se enrojeció al instante, parecía un poco sorprendido y nervioso, pero finalmente se limitó a apretar la nuca de Fort y manteniendo la firmeza de un adulto, dijo en voz baja:

—Eso no es algo que deberías preguntar...

Entonces, el joven Alfa mordió el suave y sensible pezón entre los dientes, jugueteando con él mientras usaba la punta de su lengua, estimulando el orificio de la leche para que se abriera y se contrajera, dejando la leche fluir cómodamente.

Los dedos de los pies de Peat se curvaron silenciosamente, y tuvo que morderse el labio inferior con recato para no hacer ruido.

Fort volvió a soltar el pezón y dijo: —Debe haberlo hecho, tienes los pezones tan grandes, al menos los ha lamido.

Habló con el ceño fruncido, era casi como si quisiera arrastrar a Peat al baño y darle un buen lavado a esos dos grandes senos, para quitar el olor que el otro Alfa había dejado en su interior: un espeso aroma a pino que era difícil de detectar sin oler de cerca.

Fort dijo indignado: —Odio cómo huele.

Peat no hizo caso a sus palabras y sonrió en cambio, besando la parte superior de la cabeza del joven Alfa con ternura: —Me gusta cómo hueles.

—¿A qué huelo yo?

—Cómo a un pino después de la lluvia.

Al fin y al cabo, Fort seguía siendo parte del linaje de su padre. Todos los Alfas de su familia se caracterizaban por tener feromonas pertenecientes a una gama de olores forestales.

El joven Alfa dijo: —¿Lo sientes a través de mí?

—Te amo más —Peat susurró.

Al principio, cuándo Fort escuchó esto, no dijo nada. Después de meditar con cuidado en sus palabras, una ligera luz inundó sus ojos oscuros, sin embargo, mantuvo su rostro deliberadamente tranquilo. Incluso frunció el ceño para reforzar su tapadera: —No te creo.

Peat volvió a besar a Fort, y esta vez el suave beso se posó en la frente del joven Alfa.

Peat no continuó con el tema, y en cambio dijo: —Bebé, ¿puedes tomar más leche? Ayúdame... a sacar el resto...

Fort sólo pudo dejar de indagar acerca del asunto, volviéndose para decir: —Sólo soy un extractor de leche para ti, ¿verdad?

Peat lo miró inocentemente: —Por supuesto que no...

—¿Alguna vez has usado el extractor de leche?

...Hmph —Peat asintió suavemente.

—¿Dónde está? Nunca he visto cómo funciona uno, ¿puede madre enseñarme cómo funciona?

De repente, el joven volvió a emocionarse e incluso retiró las sábanas para levantarse y salir de la cama.

Peat no tuvo más remedio que acceder a su petición: —En el armario blanco, el segundo compartimento.

Cuando Fort sacó el extractor de leche que llevaba mucho tiempo sin utilizarse, Peat no pudo evitar sentirse un poco incómodo al verlo sostenerlo en su mano. El joven Alfa le instó con gran interés: —¿Quieres que te ayude a ponértelo?

Ladrón de leche - FortPeat (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora