CAPÍTULO XII

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Fort se colocó detrás de Peat y pasó las manos por los lados del pecho, agarrando directamente sus suaves tetas blancas como la nieve. Los senos eran redondos y sus pezones estaban erectos, la piel era tan delicada que cuando las manos de Fort presionaron con fuerza, la carne blanca de las tetas se derramó de sus dedos; los pezones fueron inexorablemente pellizcados y deformados, estimulando a los agujeros de la leche hasta abrirse y dejar salir varios chorros de leche.

Peat gritó conmocionado y agarró las muñecas de Fort con ambas manos, pero no pudo evitar que hiciera su maldad. La leche blanca y cremosa que salía intermitentemente de los pequeños agujeros en sus pezones disparó un chorro obsceno e incontrolable. Las líneas de leche brotaron en todas las direcciones hacia el espejo, salpicando la superficie de inmediato.

La imagen en el espejo de Fort abrazando y sujetando a Peat se volvió pegajosa, luciendo secreta y erótica.

Sus tetas fueron apretadas y amasadas ferozmente.

Peat no pudo evitar derramar las lágrimas que habían estado acumulándose en las esquinas de sus ojos.

Nunca había estado así antes, viéndose a sí mismo siendo ordeñado como una vaca. Su cintura se puso flácida, y estaba vergonzosamente duro y apretado por sus bragas de encaje allí. Peat se sintió tan avergonzado que deseo cubrirse con sus manos.

Evidentemente, era un juego muy humillante, pero, su cuerpo rebosaba de placer. Incluso la raja de su trasero estaba tan húmeda y resbaladiza que, cuando se movía —mientras Fort ordeñaba ferozmente su otra teta— las raíces de sus piernas se mojaban hasta el punto de saber que era la lujuria de su agujero trasero la que había filtrado centímetro a centímetro, recorriendo la piel de la cara interna de sus muslos. Su propia mancha le hacía tantas cosquillas a Peat en el pliegue de sus rodillas, que lo hizo temblar y simplemente desear poder arrodillarse.

Hm... Nong Fort.. Deja de... —dijo en voz baja, sin un rastro de fuerza; la nota final de sus palabras había flotado ligeramente hacia Fort, metiéndose en sus oídos de manera seductora.

Las dos manos de Fort estaban sobre las tentadoras tetas de Peat que expulsaban leche con sabor a helado de vainilla por todas partes.

Sus labios lamieron el lóbulo de la oreja de Peat, susurrando: —¿No me estás alimentando? Las exprimiré por ti.

—Nong Fort... No... Hmm... Las tetas, las tetas me duelen...

Lágrimas cayeron por el rostro de Peat mientras su ceño se fruncía con ligereza e inclinaba su cabeza inexorablemente hacia el hombro de Fort, sintiendo como apretaba sus tetas y disparaba leche intermitentemente, incluso marchándose con su propia leche la barbilla y el cuello, de manera lujuriosa.

Era como una noble cierva, luchando e inclinando su cabeza hacia atrás, mostrando su esbelto cuello y pateando con sus piernas en un intento de liberarse del agarre de Fort. Peat se sintió avergonzado, cómo si todo lo que quedara de él fuera un par de tetas carnosas que no paraban de chorrear leche, gimiendo y gritando, mientras el vergonzoso sonido resonaba en sus oídos.

Cuando la mano de Fort se desplazó hacia su bajo vientre, enganchando sus bragas de encaje y agarrando su rígido tallo de jade, las piernas de Peat se debilitaron, completamente incapaces de mantenerlo en pie y pronto fue recogido e por los brazos de Fort, yaciendo en su regazo cubierto de leche cremosa como si hubiera tomado un baño de leche.

Fort, besando su mejilla, dijo con voz grave: —Madre, tu virginidad va a ser insostenible esta noche, este hijo quiere follarte.

Peat inclinó la cabeza cuando escuchó sus palabras, evitando la mirada lobuna de Fort. Las esquinas de sus ojos se enrojecieron y jadeó mientras cerraba los ojos con un suspiro, murmurando: —Llévame a la cama... haré lo que quieras...

Ladrón de leche - FortPeat (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora