» 𝐐𝐮𝐞 𝐜𝐮𝐫𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐮𝐧 𝐯𝐢𝐥𝐥𝐚𝐧𝐨 𝐫𝐞𝐬𝐮𝐥𝐭ó 𝐭𝐞𝐧𝐞𝐫 𝐦á𝐬 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳ó𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫 𝐨𝐭𝐫𝐨 𝐡é𝐫𝐨𝐞.
Desterrada de la sociedad después de cometer un error que le costaría su carrera cómo héroe, Hana Murasaki...
Un poco más de un mes había pasado y yo seguía devastada. Era ridículo que me hubieran echado como si no fuera nada; claro que fue un error, pero ese niño tuvo la culpa desde el momento que decidió usar su quirk de forma ilegal. A la comisión le preocupaba más su reputación que lo que era justo.
— Hola Tako —saludé mientras dejaba las compras en la mesa bajo la oscuridad de la cocina. Él me recibió con un maullido.
Tako era un gatito que había encontrado varios meses atrás en un callejón después de una misión. Se veía pequeño y desnutrido, pero desde el momento que nos encontramos no dejó de seguirme, así que decidí adoptarlo y fue la mejor decisión que he tomado, es el ser más amoroso que conozco.
Me eché en el sofá y me digné a leer mi bandeja de mensajes después de semanas sin abrirla, cuando vi un mensaje de mi madre que me robó la atención.
"Siempre creí que no servías para nada, hasta que te convertiste en héroe... ahora sé que siempre tuve razón, realmente no sirves para nada."
La relación con mi madre no había sido fácil desde la muerte de mi padre, cuando yo tenía siete años. Constantemente me culpaba por todo lo malo que le sucedía y desquitaba su odio en mi.
No sabía como sentirme al respecto. Era una mierda pero no podía odiarla por completo; me lastimó pero al final del día era mi madre y sentía que necesitaba su admiración, gritarle que me viera y lograr que ella me reconociera como alguien en la vida.
Contuve las lagrimas y un dolor punzante invadió mi pecho mientras mi mente se llenaba de todos los recuerdos del día del incidente y el momento de la junta con la comisión.
— No, por favor, el mundo necesita héroes ahora más que nunca. — Hay muchos héroes en Japón, te aseguro que estaremos bien.
¿Pero por qué? si yo lo di todo.
Necesitaba tomar aire fresco, así que me dirigí torpemente a la puerta, supongo que gracias a los nervios que estaba sintiendo. Ni siquiera me tomé el tiempo de cambiar a mis zapatos para exterior y recargué mis brazos en la baranda. Mi departamento estaba en un sexto piso, por lo que las vistas eran hermosas. Saqué un cigarro de la cajetilla en mi chaqueta junto con un Zippo, y me dispuse a encenderlo.
— Tsk, esto no va a servir —me quejé y procedí a guardarlo de vuelta.
Recordé que necesitaba comprar uno nuevo, pues Tako lo había tirado en su plato de agua hacía unas semanas y ya no funcionaba. Giré mi rostro y me encontré con todas las amenazas e insultos aún pintados en mis paredes. No importaba cuanto las limpiara, algunas no se borraban y cada día aparecía una nueva. Finalmente un lágrima resbaló por mi mejilla.
— Jódanse todos.
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Ahí estaba yo, teniendo una crisis a las 3:00am sentada en un callejón oscuro y con una botella de licor casi vacía en la mano. No podía creer lo bajo que había caído, pero nada parecía ni cerca de mejorar.
Lo que me había puesto en esta posición era que el día anterior, por la mañana, había decidido visitar la agencia de Hawks para buscar algo de apoyo y consuelo en mi viejo amigo. El y yo tenemos prácticamente la misma edad y lo conozco desde que éramos más jóvenes, por lo que no era raro encontrarnos pasando el rato juntos, fuera del trabajo o visitándonos mutuamente para... reducir el estrés laboral... Para sorpresa de nadie, esa visita tampoco resultó bien y para mi desgracia, el recuerdo de lo sucedido me llegó en ese momento.
