Cuando sale de los puños

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Sus ojos duelen.

No durmió en ningún noches...
Aún que tampoco tiene sentido porqué el espacio ya es oscuro y aparenta ser de noche siempre, pero el solo se entiende.

Estuvo escribiendo por días la misma cosa una y otra vez sin descanso con pluma en mano, estrujandola entre sus dedos en lo que escribía, nada de esto era útil. El resto tenían características increíbles que nunca vió antes pero con el paso del tiempo sus hipótesis y teorías de fueron desgarrando, ya hasta era cansador seguir escribiendo algo para destrozarlo.

No debería estar carcomiendose la cabeza por cosas estúpidas, eso dirían los demás que no saben que lo que tiene en sus manos vale oro y ni siquiera de molestaría en comprenderlo.

Culpenlo por tener insomnio, pero hay tantas cosas interesantes en este universo que no le dejan dormir. Tantas cosas que forman nuevas preguntas que son muy difíciles de responder o directamente serían imposibles al no tener acceso para salir del sistema solar (no es como que alguien más lo tenga, claro...), todo es tan tentador que es doloroso no tener nada en mente para poder guiarse.

Escuchaba las voces en su cabeza gritándole, más de una cosa. No sabía si era para que se detenga y abandone todo o si era una motivación para explorar más a detalle todo el lugar.
Desde hace días que estaba escuchando cosas, se había vuelto una costumbre al punto de sentirse tan normal y eso le aterraba.

Las voces no debían de convertirse en una costumbre.
En todo caso, deberían ser ignoradas como se supone, los suaves susurros sobre los secretos que escondía el universo siempre le hacían volver a prestarles atención.
Era una polilla que estaba siendo atraída a la luz.

"¿Gaia?"
Una mano tocó ligeramente su hombro, de tal tacto casi "salto" de dónde estaba, echándose un poco hacía atrás. Una mano de piedra, con colores marrones estaba elevada a pocos centímetros de él.

Hermes, a este punto, le estaba observando con el ceño fruncido alejando la mano rocosa del planeta. Sus brazos se cruzaron, un poco molesto con el planeta en frente de el.

"¿Si estabas escuchando lo que te dije?"
El planeta pequeño interrogó, mientras que el más alto quedó en silencio ante tal pregunta. Sin tener la más mínima idea de que el planeta estaba ahí, este le había ignorado por un largo rato sin haberse dado cuenta.

¿Quién querría escuchar a un planeta pequeño hablar?
El no, seguramente así se sentían los gigantes cuando planetas inferiores le hablaban.

"¡Claro, claro!"
Gaia le contesto, forzando una sonrisa aunque estaba desinteresado en el tema que ignoro.

"Cada día estás peor."
Se quejo el planeta desviando la mirada, a lo que Gaia rodó los ojos molesto, últimamente todos estaban empezando a ser más molestos de lo común.

"No sé a qué te refieres."
Gaia elevo los hombros y dejándolos caer viendo a sus lunas flotando alrededor angustiadas. El ambiente no era el más calmado, claro que no, si estaba Hermes aquí claramente no iba a ser un ambiente pacífico.

"¡Te lo digo en serio!"
Hermes comenzó, su voz alcanzó un tono alto y agudo, un cambio de voz casi abrupto, parecía un gallo. Gaia trato de contener la sonrisa que estaba luchando por salir.
"Estar solo parece que te afectó la cabeza."

Aquí vamos otra vez.

"Siempre lo estuve."
Forzó una sonrisa, hacerse el tonto normalmente le salva el pellejo de estas situaciones aunque tenga que tragarse todo el discurso que Hermes le da una vez al mes.
"Tuve un sueño de polvo de estrellas."

"Necesitas que te peguen con una roca de esas para que seas como nosotros."
Hermes se cruzó de brazos mientras que el planeta de colores vibrantes quedó en silencio por unos segundos con la mirada fija en el y una sonrisa.

'no le insultes, no digas una indirecta, no digas algo inteligente, se pacífico, no le lastimes-'

"¿Que es una roca?"
Pregunto con una sonrisa amplia en su rostro.
Hermes soltó un suspiro cansado, harto de las preguntas tontas que debía escuchar por parte de su compañero.

"Cada día te vuelves más tonto."
Hermes murmuró, antes de irse lentamente de aquel sitio, aún así, sus palabras se podían escuchar desde lejos.
"Sigo sin entender como Helios te considero buena idea."

Claro, porqué toda la culpa la tenía el y no Helios a pesar de que el nunca pidió haber nacido.
¡Bravo!

Nadie pide nacer en un primer punto, hay varias teorías de lo que eran antes de abrir los ojos por primera vez...o al menos, eso creen los seres humanos en general. Angeles, seres de luz,  que tú eliges a tus padres, tu hogar, tu aspecto, o que eres un Alien (aunque ya lo eres) de la galaxia.

Si es el mismo caso con los planetas, no quiere ni imaginarse porqué habría elegido nacer en un sistema solar como este. Para eso, preferiría no haber nacido en primer lugar. A menos de que no lo haya sabido, aunque según algunos los seres de luz antes de reencarnar son tan puros que ni siquiera saben que es ser feo.
Así que tal vez estaba aquí por la pureza de su ser antes de ser esta cosa gigante cargando a sus hijos por su superficie...

Bah, literalmente es un pedazo gigante de roca, tierra, agua y oxígeno. No es como si tuviera carne o piel, tiene núcleo que sería casi un equivalente del corazón humano, pero tampoco es tanto.

No tenía muchas diferencias con los demás planetas, bueno, si no contamos a los gigantes estamos seguros de que casi todos son casi iguales por dentro.

Tienen diferentes colores y temperatura...pero tienen la misma superficie rocosa, tienen un núcleo y tendrían que ser amigos.
Ojo, tendrían que serlo, porqué claramente no lo son.

Mejor estar solo que mal acompañado.

"Gaia..."
Una de sus lunas tontamente le tiroñeo de un mechón del cabello, no era doloroso, pero si le llamo la atención.
Gaia parpadeo y observó a la pequeña luna que le llamo.

Tardo en darse cuenta de que habían lunas escondidas detrás de el, algunas temblaban mientras que sus ojitos estaban aguados. La vista era preocupante, ¿Era una amenaza? ¿Era un asteroide?
Sus ojos se desviaron hacia la zona en la que todas estaban observando, pudo identificar un objeto de forma circular un poco grande de metal que estaba flotando un poco cerca de el, quien se iba alejando muy lentamente fuera de la órbita de sus lunas.

Un satélite.

"Ay..."
No sabía si reír o tener empatía por sus lunas, eran tan pequeñas e inocentes que les daba miedo un satélite inofensivo.

"No sé preocupen..."
Su voz temblaba por la risa que quería dejar escapar, más tarde tendría que enseñarles a sus lunas sobre los satélites y sobre sus humanos en general junto a sus...experimentos. así la próxima no sé asusten demasiado.
"Es un satélite, es inofensivo, no es un asteroide o una amenaza."

Algunas se asomaron un poco más sobre el hombro de su padre para echar un vistazo seguro desde lejos, eran bastante desconfiadas desde que tiene memoria, no sabía si eran por los meteoritos que le golpeaban la superficie y dejaban marcas permanentes o otra cosa.

Pequeñas lunas, tan indefensas...no sabía si sentir pena por ellas o asco, eran emociones que chocaban una con la otra mientras los pensamientos diferentes sobre cada una eran más preocupantes que la otra.

Podían ser tan inútiles, pero tan frágiles y adorables que cuando estás no estaban en sus órbitas de vez en cuando le dolía, más de lo que desearía.
Al final de cuentas, ellas fueron las primeras que le ayudaron y pasaron toda su existencia con el cuando era solamente un ignorante.

Ahora, el debería devolverles el favor, su único nuevo defecto que empezó a notar era que... Ellas eran iguales que los niños humanos.

Eso era complicado.

𝙀𝙖𝙧𝙩𝙝'𝙨 𝙍𝙚𝙗𝙞𝙧𝙩𝙝 - 𝘽𝙚𝙩𝙬𝙚𝙚𝙣 𝙨𝙩𝙖𝙧𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora