Capítulo 2: Una noche y adiós.

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Día 1. Washington, D.C. Casa del Secretario de Estado.

Nuestras miradas conectaron por unos instantes, en los que no pude evitar sonreír frente a la situación que ocurría. Por un instante me detuve a mirar a las personas a nuestro alrededor que aunque eran pocas podían fácilmente quién era mi acompañante.

Pero allí estábamos, en una fiesta privada para adolescentes, rodeada de luces parpadeantes y música electrónica, como si no importaba nada en lo absoluto.

¿Cómo es que la directora de inteligencia termina en una fiesta como esta? — Le pregunté en voz baja, observando a los jóvenes que se movían a nuestro alrededor. — Porque no veo a nadie, digamos, de su rango, por aquí.

Tal vez el 80% de las personas que ves en nuestro rango de acción efectivo, son oficiales de inteligencia de este país — Comenta riendo bastante suave mientras daba un sorbo a su bebida. — Que llegaron al instante que me enteré de que usted estaría en ella...

Por un momento mis ojos quedaron fijos en ella, en sus ojos penetrantes y su aire de misterio la hacían destacar entre la multitud. Aquella mujer llamaba poderosamente la atención desde el rincón en el que estuviera, sin problema alguno.

O... — Interrumpe mis pensamientos mientras toma un poco más de la copa en su mano sonriendo hacia mí. — Quizás solo vine a ver al secretario de estado y estoy frente a usted por casualidad — Respondió con una sonrisa irónica la mujer que tenía a mi lado.

No puedo evitar que una sonrisa sarcástica salga de mis labios al escucharla decir las últimas palabras, girando completamente para quedar frente a ella. — Dudo que la palabra "casualidad" exista en su vocabulario — Digo sin dejar de verla intensamente y siguiendo la sonrisa que aparece en sus labios. — El secretario de estado no se encuentra en Washington, doctora.

¡Oh, vaya, no tenía idea! — Comenta con total sarcasmo mientras con una mano bordeaba la copa ya vacía en su mano. — Al parecer perdí el tiempo viniendo a su casa...

Está utilizando los recursos del estado por un par de tragos... — Observo a Aleene con una mirada intensa, desviándome sutilmente a sus labios. — Quien la puso como Directora de Inteligencia debe estar muy decepcionado.

La mujer frente a mí dio un paso adelante mientras un hombre, que había reconocido fácilmente, se acercaba para decirle algo al oído y entregarle una nueva copa.

Al verlo retirarse pronuncia sus siguientes palabras. — Los estoy utilizando por 5 minutos con una hermosa mujer, es mucho peor — Responde, mientras yo sigo sin apartar la vista de sus labios.

¿A qué sabrían? ¿Qué secretos ocultaban?

¿Solo 5 minutos? — Digo volviendo a mirarla a los ojos, fingiendo estar decepcionada con su respuesta. — Me había emocionado con que al menos quisiera que fuera toda la noche.

Alex Davies e incluso Meghan podrían reconocerme fácilmente, señorita Spinster — Admitió Aleene sin dejar de sonreír. — Estoy arriesgándome de sobremanera al estar hablando con usted en esta fiesta de adolescentes. - Se acerca lo suficiente para que pueda escucharla hablar en un tono de voz bajo. - En este lugar cualquiera podría saber quién soy.

¿Por qué corre tales riesgos, directora? —pregunté, ahora yo acercándome un poco más queriendo descubrir: ¿Qué había detrás de esos ojos fríos y calculadores?

Porque me muero por saber a qué saben sus labios desde el primer segundo que la vi, Spinster —confesó Aleene tan cerca de mi rostro que casi podíamos respirar el mismo aire. — No puede culparme si usted es dueña de semejante e hipnotizante belleza.

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