Capítulo 3: Cobras a bailar.

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Massachusetts Hall, Cambridge. Harvard University. 

Un mes, pasó un mes y doce días exactos desde aquel día y Dupont no dejaba de demostrar lo buena que era para ser nuestra profesora. Durante este tiempo tuvimos nuestra primera evaluación y además, de que en ningún momento esta mujer dejó de exigirme más y más incluso más que al resto, haciendo replantearme varias veces si debía seguir siendo parte de Harvard.

Spinster puede quedarse un momento. - Me comenta cuando está por finalizar nuestra segunda evaluación de este período. - Tengo un par de asuntos que tratar con usted.

Claro profesora. - Comento entregándole mi evaluación, haciendo que de su rostro saliera una pequeña ¿sonrisa? Al entregárselo.

Esperamos pacientemente hasta que el último alumno saliera del aula y mientras yo estuve arreglando mis cosas, ella no dejó de verme ni por un segundo, cuando mis amigos cruzaron la puerta y la cerraron, ella comenzó a hablar acercándose a mi ubicación de manera lenta.

Albert me pidió que conversara con usted, sus notas hasta ahora no dejan de sorprenderlo. – Dice llegando a donde yo estaba logrando con ello que vuelva a mirarla. - Cada año, él elige un estudiante para viajar al congreso de inteligencia nacional, en esta oportunidad se celebrará en Seattle a inicios del año que está próximo. - Comenta tomando el lápiz que permanecía en mi mesa haciendo que mis ojos fuera a sus manos y comenzara a detallar sus largos y delicados dedos con esmalte nude. - Le digo todo esto, porque él la eligió a usted y me dijo que le preguntara si está interesada para arreglar el papeleo. Es bastante complejo debido a las personas que asisten, por eso se necesita con tanta antelación.

Sus últimas palabras me sorprendieron, no porque Missan me eligiera, eso no me sorprendía al ser la mejor de la clase, es porque el congreso de seguridad nacional es un lugar donde muy pocas personas que no pertenecen a los sistemas estratégicos operacionales pueden entrar, pero sobre todo porque ese es el mismísimo reino de Aleene Edevane.

Es vaya...¡Un honor! - Digo sorprendida volviendo a verla. - La verdad no me lo esperaba, estoy muy honrada de ser elegida. – Hablo ahora saliendo un poco de mis pensamientos. - Gracias profesora.

En realidad fue Albert quien la escogió, yo no habría tomado la misma decisión, espero que lo aproveche, pocas veces Missan se equivoca con un prospecto. – Dice comenzando a caminar a su escritorio aun con mi lápiz en su mano.

El objeto que ella tenía en sus manos era realmente valioso para mí, no, no era un lápiz de grafito común. Era un lápiz mecánico que en diamantes llevaba grabado mi apellido, me lo regaló mi padre junto a un set de lapiceros y plumas modernas, codificados de la misma manera que aún no me atrevo a usar.

Mi mente se dividía en aquel instante entre la posibilidad de ir al congreso de inteligencia nacional y que esta mujer no tenía ninguna intención de devolverme aquel objeto.

Es usted brillante Spinster y lo sabe, eso la hace tremendamente peligrosa. - Son las palabras que ella pronuncia sentándose en aquella mesa, jugando con el objeto en sus dedos y mirándome fijamente.

Aquello definitivamente podía tratarse de la definición de una declaración de guerra, aunque no precisamente de las que se estudian en los libros.

No soy un peligro, profesora, créame – Digo riendo terminando de recoger mis cosas y colgándome mi mochila para salir de aquel salón. - Solo quiero ser la mejor en lo que hago, siempre trato de no molestar a nadie en el proceso, lo siento si eso le cayó mal.

No creo en las mujeres perfectas Spinster. – Habla cruzando sus piernas, viéndome fijamente mientras el lápiz no dejaba de moverse en sus manos. - Su intachable e impresionante historial académico, deportivo y social; engaña a sus padres, pero no a mí. – Dice riendo mientras se saborea para pronunciar cada palabra.

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