Día 1. Washington, D.C. Casa del Director del FBI.
Volver a mi casa en Washington D.C. después de tantos años me dejó sin aliento. Las columnas blancas flanqueando la entrada, el camino de ladrillos bajo mis pies y el sol filtrándose a través de las hojas de los árboles crearon una imagen que parecía sacada de un sueño.
Mi madre, Constanza Di Cesare, me esperaba en la puerta de aquella mansión con su vestido de seda azul real, recibiéndome con los brazos abiertos, su sonrisa brillante y sus ojos llenos de emoción. Aquello me hizo sentir casi como si el tiempo se hubiera detenido, como si se borraran los trece años que estuve lejos de este lugar.
Amor, llegaste - dijo con su voz calurosa mientras no se despegaba de aquel fuerte abrazo. - Es increíble tenerte de vuelta en casa.
Asentí, sintiendo la mezcla de emociones. - Ha sido un largo camino desde Inglaterra, estoy bastante cansada. - Respondí. - Despedirme de Stephen y Lauren no fue fácil, pero estoy feliz de estar aquí.
Nosotros también estamos muy felices de tenerte de vuelta. - Comentó mi madre con sus ojos llenos de nostalgia. - ¿Cómo están tus hermanos? Hace un par de días que no hablo con ninguno.
Lauren está disfrutando de sus vacaciones y Stephen... bueno, sigue siendo Stephen. - Digo mientras avanzamos a dentro de la casa y el conductor de mis padres le entrega mi equipaje a Dominic, el mayordomo. - Dice que ahora juega eslalon, aunque ni yo sabía qué era eso hasta que lo vi en acción. - Reí ante la imagen mental de Stephen tratando de dominar un deporte desconocido buscando mi celular entre mi equipaje de mano. - ¿Y papá?
En la oficina, como siempre. - Respondió mi madre, tomando asiento en el sofá del recibidor mientras le pedía a Izzy, nuestra ama de llaves, una taza de té. - Tiene una cena importante esta noche con la nueva Directora de Inteligencia Nacional. Quiere que la hagamos aquí en casa. - Comenta mi mamá como si nada haciéndome sentarme a su lado. - Tiene especial interés en que te conozca antes de que vayas a Harvard Avril.
Fruncí el ceño. - ¿Una cena? ¿Y qué me pongo? - Pregunto riendo. - No tengo ni un solo vestido o traje adecuado en mi equipaje para algo como esto. - Digo ahora bastante seria. - ¿Para qué querría yo conocer a esa mujer mamá? Es absurdo.
Tranquila, es por el bien de tu carrera, mi amor. - Dijo mi madre con una sonrisa. - Vamos a Nueva York. Blanca, la asistente de tu padre, organizará todo para esta noche. - Dice tomando su celular mientras realizaba algunas llamadas para organizar el viaje. - Y también te podemos comprar algunas cosas para la universidad mientras estamos allí.
Asentí, sintiéndome abrumada por la mezcla de emoción y anticipación, mientras caminaba a mi habitación para prepararme para subir de nuevo a un avión. Volver a mi habitación después de tantos años... era como si el pasado y el presente se fusionaran en un solo momento, todo estaba absolutamente igual que cuando me fui.
Mi madre me miró con ternura, mientras no dejaba de ver los muebles de aquel lugar que lucían exactamente como si ayer había estado ahí con 7 años. - Siempre serás mi niñita, Avril. - Dijo abrazándome nuevamente. - Prepárate para salir, conseguiremos tu vestido para esta noche.
No sé realmente si debí volver - Digo llamando la atención de la mujer que comenzaba a emprender camino a la salida. - No sé si realmente debí descartar la idea de Oxford por venir a Harvard, madre. - Suspiro mientras tomo asiento en la cama y ella tiene sus ojos fijos en mí. - Mi vida lejos de Inglaterra, es algo en lo que dejé de pensar hace años. – Comento con nostalgia. . Tuve que aprender todo sobre el lugar donde nací madre, me siento aquí como una completa extraña.
Eres una niña muy inteligente, Avril, tu padre y yo estamos increíblemente orgullosos de ti – Comenta mientras con sus dos manos me levanta para que quede de pie a su altura. - Tú hiciste real nuestros sueños, los sueños que Stephen ni quiso conocer, te hiciste cargo de ellos desde mucho antes que tu padre fuera nombrado Director del FBI. – Habla orgullosa mientras llevaba sus manos a mi rostro para que no dejara de verla. - Harvard no es nada para una niña tan increíble y perfecta como tú. Esto también lo conseguirás con honores, como todo en tu vida, estoy segura. – Me abraza mientras sigue hablando. - Frente a mí está, la futura presidenta de los Estados Unidos de América, de la nación más poderosa del mundo y tengo el privilegio de llamarla hija.
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Secretos de Poder
RomanceAvril Spinster, es una joven brillante y valiente, que regresa a Estados Unidos después de años en el Reino Unido. Su vida da un giro inesperado cuando se enamora de dos mujeres: la misteriosa profesora de política de las democracias modernas, Charl...