03: Volver

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Aleksander Kaiser

Rusia Puerto de Sebastopol


—Carajo. — Gruñí tomando a la mujer en la cadera para embestirla con más fuerza.

Gime como loca, gozando de las embestidas, arrastrando sus uñas en las sábanas, jadeando como la puta que es. Hace día que no había podido sacar ese estrés y ella iba a ser la puta que me iba a sacar ese maldito estrés.

Ella no tarda un segundo en venirse tras mis embestidas brutales que parece encantarle. La doy vuelta tomando su pierna y ponerla arriba de mi, hombro antes de hendirme en lo más profundo de su coño. Y en cuestión de segundos todo mi semen termina derramándose en el preservativo que llevo puesto.

— Más. — Ronronea como una zorrita abriendo sus piernas nuevamente en busca de más y no dudo en darle lo que tanto pide, embistiéndola nuevamente; sin embargo, el sonido de la puerta me interrumpe esa increíble follada.

— Hijo de puta, Mason. — Bramó enfadado, retirándome del coño de Sabrina. Me quito el preservativo que está lleno de mi semen, tirándolo en la basura.

Esta se cubre con la sábana tratando de esconder su desnudez a los ojos de Mason.

— ¿Qué iba a pensar que estarías follando en la base militar ? — mira a Sabrina y hace una mueca.

— Lárgate. — Mis palabras van dirigidas a ella.

— Alex. — Intenta reclamar, pero la detuve en seco.

— Lárgate. — Volví a repetir una segunda vez, y no me gustaba repetir las cosas una segunda vez y nadie mejor que esa puta de Sabrina lo sabía.

No cuestiona más mis padres y simplemente se levanta de la cama con las sábanas cubriendo su desnudez, mientras cojea hacia la puerta, desapareciendo de mi vista.

Vuelvo a mirar a Mason esperando una buena explicación después de haberme interrumpido esa follada.

— Tu madre ha llamado. — Pronunció tirándose en el sofá.

— ¿Para qué? — Me puse la bata tomando un cigarro, lo prendí y cuestión de segundos lo llevé a mis labios dándole una colada.

Hace años que Sophia ya no me llamaba.
¿Qué necesidad de llamar ahora? Después de que ella me envió al extranjero siendo un niño, hace años muy maldita me había abandonado a mi suerte.

— Quiere que vuelvas. — Musitó.

¿Volver? Esa palabra era algo que no estaba en mis planes por el momento, no tenía planes en volver y mucho menos de volver a ver la maldita cara de Sophia, porque el día la volvería a ver sabía que la mataría, mi demonio interior no soportaría tenerla enfrente con vida, después del infierno que pase por esa maldita mujer.

— Dile que deje de joder. —Soltó una sonrisa amargada.

— Aunque le he dicho eso, ella no deja de insistir, no dejará de llamar hasta hacerte volver. — Me mira esperando que le indique qué hacer. — Ya sabes, quiere que conozcas a tu hermana y más que ella estará comprometida con Caín, los periodistas se empezarían a cuestionar del porqué el hijo mayor no ha asistido en el compromiso de su hermana y ya sabes, que tu madre quiere evitar que darles excusas.

— Yo no tengo ninguna hermana. — Aprieto los puños con fuerza. — Y no pienso asistir en esa estúpida cena. — Estaba decido no regresar por más que lo pida la maldita de Sophia. — Que se joda.

Sophia es mi madre, si es que se le puede llamar así. Desde a mi once años me envió al extranjero tras la muerte de mi padre, solo para casarse con un hombre un año después, había hecho su vida olvidándome por completo, de niño siempre esperaba que ella volviera por mi, algo que nunca hizo y me ha acostumbrado sin ninguna figura materna en lo largo de mi vida. ¿Qué derecho tenía ella de pedirme volver? Exacto, no lo tenía y tampoco pensaba hacer lo que quería.

— ¿Seguro? — preguntó.

No tenía por qué confirmar mis palabras, porque Mason lo sabía. Se levantó dando un largo suspiro.

— Veré cómo hacer que deje de insistir. — Se dirigió a la puerta para salir; sin embargo, se detiene antes de tomar la manija y saca algo en el bolsillo y se acerca nuevamente poniéndolo en el escritorio que se encuentra en la habitación.

— Ella es Pearl. — Bajo la mirada, observando la fotografía que he puesto enfrente de mis ojos y joder. ¿Quién era ese ángel salida del mismísimo infierno? — Es tu hermana adoptiva. — Responde lo que estuve pensando.

Tomé la foto mirándolo de cerca para confirmar si aquella figura humana era real.

Una hermosa melena rubia, que desliza por completo en su espalda, unos enormes ojos grises claros, labios ligeramente gruesos y rosados que, tan solo verlos en la foto, me dan ganas de enterrar mi polla entre sus labios. Mis ojos bajan en sus pechos, los tiene bien firmes y no son para nada pequeños. El jodido mundo le ha dado, absolutamente todo, a esa mocosa.

— Es hermosa. ¿No? —alardeó.

— No lo niego, sí que lo es. — Sonrió con una sonrisa macabra mirando ese rostro angelical que mi diablo quiere corromper. — Veo que Sophia buscó un muy pretendiente para Caín.

— Sí que lo hizo, la adoptó desde a los quince años y desde entonces la ha educado para ser la esposa perfecta.

— ¿Esposa perfecta, eh? — Ronronee sin pestañear.

Por lo que tengo entendido, ese matrimonio ayudaría mucho a Sophia. Su empresa está a punto de quebrar algo, por supuesto que nadie sabe. Con ese matrimonio no solo salvaría su negocio, sino que la riqueza de los Harrison sería compartida con ella.

— ¿Y qué pasa si quiero romper esa muñeca perfecta que ella ha estado criando? — Mason me mira incrédulo ante mis palabras.

— No pensarás… — La interrumpo antes de terminar sus palabras.

— Así es, me meteré entre las piernas de chiquilla que ha criado por años y me la follaré como me da la regalada gana. — dejó la foto en el escritorio. — Prepara un avión privado hacia Alemania.

— No creo que te sea tan fácil, esa chiquilla no es tan fácil follarla y Sophia se ha encargado de eso. — Niega. — Si pretendes regresar para follar a esa niña y joder a tu madre, no funcionará, además de que es virgen y tú no te metes con las vírgenes. — Me recuerda y no lo niego, nunca ha sido de lo mío en meterme con los vírgenes, porque ella pide demasiado y para un diablo como yo, la delicadeza no fue hecha.

— Mejor para mí. — Admito. — Le quitaré lo que tanto Sophia quiere proteger, y por más santas que se note una cara, nunca se saben los sucios deseos que se esconden en su alma. —Para un alma oscura como yo, conozco muy muy bien los deseos impuros de las personas a mi alrededor, y esa chiquilla no sería la excepción.

Estaba decidido, regresaría tal como lo quería la maldita y me encargaría de follar a su querida hija en sus narices.

— No tienes caso. — Niega ya rindiéndose. — Entonces, te preparé el vuelo.

— Y que sea lo antes posible, ese coño virgen ya me está llamando. — Le doy una última colada al cigarro ante de aplastar el resto sobre el escritorio con una enorme sonrisa.

Ya que está insistiendo en que vuelva, entonces le daré lo que tanto quiere.

La Obsesión Del Diablo [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora