Capítulo 10 | Clases
— De nuevo. — Repite la señora cruzándose de brazos.
Intento hacerlo de nuevo sin reprochar, pero un golpe con su regla en mi mano me Interrumpe.
— De nuevo. — Repite nuevamente, pero esta vez molesta.
— Pero.
— Nada de, pero señorita Lennox, — Me interrumpe molesta. — Su madre ha dejado estrictamente que debe aprender a tocar el violín antes del mes que viene, si sigue así. ¿Cree que lo va a poder lograr? — Me mordí el labio sabiendo que tenía razón.
El violín y yo simplemente no éramos compatibles, por más que lo intentará, siempre había algo que me salía mal, y a decir verdad lo odiaba, lo detestaba, tanto como su ruido como sostenerlo en mis hombros, pero era algo por más que lo odiaba no podía dejarlo.
— ¿Aprendió a tocar el piano a tan solo dos meses, que le cuesta aprender a tocar el violín? — Cuestionó molesta. — Si sigues así no tendré más opciones que avisarle a la señora.
— No... — Sisee en voz baja.
— ¿Qué ha dicho?
— No es necesario, intentaré aprenderlo lo antes posible, se lo juro. — La señora Whitney me mira por unos segundos y suspira.
— Le voy a dejar una nota, si logro aprenderlo para mañana, olvidaré eso de avisar a la señora Lennox.
— De acuerdo. — Asentí tomando la hoja que me ha entregado, mientras que la señora Whitney recoge sus cosas, saliendo de la habitación tras despedirse.
La señora Whitney no era tan mala como parecía, simplemente era estricta en su trabajo y se encargaba de cumplir sus palabras a las personas que la contratan.
Me relajo por fin sacando el violín en mi hombro, masajeando ese lugar y apenas tras dos minutos para qué entrará mi maestra de idiomas extranjeros.
La señora Kayla. No puedo decir lo mismo de ella, esa mujer no solo era estricta, le encanta explotarme, con sus libros.
Ella fue mi profesora de ruso el mes pasado, así que la conocía perfectamente bien y por alguna razón sabía que de alguna manera me odiaba, y el motivo de su odio me lo ha dejado claro desde hace tiempo.
Ella odiaba a los adoptados, por qué creían que solo eran perros que no merecían ser recogidos, en su mente retorcida, los niños sin padres no eran más que basura, y por esa misma razón ella me veía igual.
— Bienvenida señorita Kayla. — Me levanté saludándola, cuando entró en la habitación; sin embargo, no responde y simplemente pasa de largo, no respondiendo, mi saludó, algo por lo cual estaba acostumbrada.
— Toma. — Me deja dos enormes libros en mi mesa. — Tiene una hora para hacer los ejercicios. — Se sienta en su silla asignada cruzando sus piernas.
— Pero todavía no he entendido nada de francés.
— ¿Y por qué crees que te pase los dos libros? — Frunce el ceño sin dejar de mirarme. — Huérfana tenías que ser. — Aprieto el labio escuchando sus palabras. — Realmente no sé qué vio Sophia en ti. — Niega con la cabeza mirándome de arriba abajo como si tuviera algo malo.
Kayla no solo era mi maestra de múltiples idiomas, sino también una de las mejores amigas de mi madre, por eso tenía el atrevimiento de llamarla por su nombre, no como la señora Whitney.
— Uno de los libros contiene el contenido que necesitas para responder las preguntas. — Me deja claro Tomando su teléfono cuando está vibra en su bolso de lujo. — Una hora ni más ni menos.
Asentí aceptando sus palabras, abriendo uno de los enormes libros, tratando de entender el idioma.
Media hora después, Masajeo mi cabeza cansada, apenas estaba entiendo y no era para nada fácil, hacer una tarea de un idioma que ni siquiera entendía, pero sabía que tenía que terminar esta tarea a tiempo sin importar cuánto le costará, así que estuve poniendo empeño a cada uno de los ejercicios, teniendo cuidado en no equivocarme.
— Mal, mal, mal y mal. — Lanza el libro sobre la mesa. — ¿Ni eso puedes hacer bien? — Pregunta molesta. — Esa cara bonita es lo único que tienes al parecer.
— Lo siento.
— ¡No quiero tus estúpidas disculpas, maldita huérfana! — A pesar de no ser la primera vez escuchando esas palabras me afectaba gravemente, no era la primera vez que escuchaba esas palabras en su boca, pero no importa cuánto tiempo los escuché siempre me siguen afectando. — Para mañana quiero todo hecho y ningún error, si no quieres que le avisé a Sophia sobre tu incompetencia. ¿Has entendido?
— Sí... — Asentí haciendo una leve reverencia. — Entiendo, señora Kayla.
— Maldita sea, ya se me está siendo tarde para mi siguiente clase. — Toma su bolso pasando de largo chocando con mi hombro, para no caer tuve que apoyar mi mano en la punta de la mesa, aguantando las ganas de no soltar ninguna gata de lágrimas.
Ya estaba oscureciendo, así que tuve que ir a mi habitación, para darme un baño y calmar ese horrible sentimiento que sentía en el pecho, con un nudo en la garganta.
— Deberías estar feliz, Pearl, ya tienes la familia que quisiste. — Susurré para mí misma, mientras que mis lágrimas y el agua cayendo sobre mi grifo se mezclaban.
Lo único que quería ahora, era que ese sentimiento desapareciera, odiaba sentirme de esa manera, por qué eso me hacía débil y no debía serlo.
— Señorita. — Apenas termine de vestirme. Alguien tocó mi puerta.
— Puede pasar. — Respondí secando mi cabello con el secador enfrente del espejo.
El mayordomo es quien ingresa en la habitación con una charola de comida, dejándolo en mi mesita de noche.
— Debería comer, no ha comido nada desde que regresó. — Sugiere y asentí con la cabeza.
— Gracias Agustín. — Simplemente, Asiente, saliendo de la habitación y cerrando la puerta. Tras terminar de secar mi cabello me levanté y me dirigí dónde estaba la charola tomando las fresas que tenían.
Son mis frutas favoritas, y con las cuales siempre me calmaba al estar de este modo.
Tomé los dos enormes libros que la señora Kayla me había pasado, junto al violín y la melodía de Whitney, para salir de la habitación, dirigiéndome a la biblioteca.
Tenía que tener esos dos problemas arreglados antes de mañana.
Adentré en la biblioteca cerrando la puerta, estaba vacío como de costumbre, la biblioteca de esa casa era enorme y era algo que me gustaba, había mucho espacio para hacer lo que quisieras
Me senté en la silla dejando mis cosas en la larga mesa, mi intención ahora era buscar un libro que me ayudará más sobre el idioma francés, algo como más básico para poder entender, afortunadamente encontré el libro que estaba buscando, aunque el obstáculo es que estaba en el último estante, pero no fue un problema por qué había una escalera a unas distancias, solo tuve que arrastrar y ponerlo dónde me serviría; sin embargo, cuando estoy a punto de tomar el libro escuché una voz.
— ¿Qué estás haciendo? — Aquella voz me desconcentro, y sin darme cuenta había perdido el equilibrio sobre las escaleras, cerré los ojos con fuerza esperando la caída, pero no llegó. — Creo que de nuevo me debes otro. — Su rostro cerca el mío, me deja sin poder respirar o sin siquiera poder reaccionar, sus ojos oscuros, como siempre, me hacían sentir en un paso oscuro, como si estuviera en el mismísimo infierno.
Por más extraño que parezca, estar cerca de él, hace que todo en mí se estremece, como si estuviera en una película de terror.
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La Obsesión Del Diablo [+18]
RomancePearl que fue adoptada desde que tenía quince años, fue educada especialmente para convertirse en la esposa del hijo de los amigos de sus padres adoptivos, para juntar el negocio familiar; Sin embargo con la aparición de su hermano jamás visto, aque...