⭒7⭒

157 15 0
                                    

𝙎𝙚𝙥𝙩𝙞𝙚𝙢𝙗𝙧𝙚. 𝙄𝙣𝙞𝙘𝙞𝙤 𝙙𝙚 𝙘𝙡𝙖𝙨𝙚𝙨.

Bueno, las vacaciones habían pasado muy rápido para el gusto de Camila; sentía que los dos meses se le fueron volando.

Había pasado varios meses desde su cumpleaños y se encontraba otra vez desayunando, ahora con dieciséis años, dispuesta a ir a su segundo año en la preparatoria.

Lo había pasado fenomenal. Sus amigas y los primos de Victoria la habían mantenido distraída todos los días, conversaban hasta tarde con las tres chicas por videollamada. De alguna manera, Hayley era una de sus amigas cercanas, y más ahora que asistirían juntas a la escuela. Su hermano, Thomas, era un galán y siempre parecía amable con todo el mundo. Lo único desgraciado en todos esos días fue una persona que no salía de sus pensamientos: Daniela Villarreal.

La chica, que por cierto, Camila odiaba, le estaba haciendo la vida imposible.

Todos los días recordaba sus ojos. Había logrado dejar de escucharla o pensar en su risa, pero lo único que su mente no podía olvidar eran sus malditos ojos.

Ahora, pensar en que hoy la volvería a ver le revolvía el estómago de una forma impensable; se sentía nerviosa y tal vez ridícula por sentir nervios. Aunque vivieran en la misma ciudad, nunca se la encontró, y todo eso se debió a que se enteró de que se fue de viaje fuera del país, pero ya volvería al instituto y, sea como sea, allí desgraciadamente estarían cara a cara.

-¡Ah, en serio, qué horror!-dijo, hundiendo el rostro entre las manos, y su madre, Clara, la miró divertida.

-¿Sigues atormentada por esa niña, cariño?-preguntó a su hija.

Claro, durante todo el año, Camila le había hablado sobre las chicas que la fastidiaban, restándole importancia.

-¿Por qué se preocupa tanto por una chica?-preguntó Miguel; como siempre, él no entendía la situación.

-Porque esa niña lleva haciéndome imposible la vida-dijo, dándole un mordisco a su sándwich; sentía la mantequilla de maní en su paladar-. Por algo no quiero verla.

-Parece todo lo contrario, cariño. Has estado muy ansiosa estos días-le guiñó un ojo y Cam se ruborizó.

-¡Mamá!-la regañó, escuchando su risa. Después de un rato, salió directo a la escuela; vestía igual que siempre: playera holgada, suéter, junto a unos pantalones holgados, en conjunto con sus tenis Converse. Este nuevo año optó por llevar el cabello más corto, algo alborotado.

Al llegar, a la primera que se encontró hablando en el aparcamiento fue a Victoria. Conversaba alegremente con sus amistades de la infancia, y al acercarse, todos la saludaron con ánimos. Hayley se echó a los brazos de Cam y se colgó de ella; todos comenzaron a reír.

-Hayley, déjame respirar, si nos vimos ayer-reclamó divertida, cuando se separó y le guiñó un ojo.

Siguieron conversando hasta que llegó Elizabeth; parecía muy feliz y los saludó a todos con la dulzura que la caracterizaba. Después de un rato, escucharon el chillido de unos neumáticos y apareció un convertible azul cerca de ellos; todo el mundo observaba la escena.

Como si fuese de película, de él comenzaron a bajar los que conformaban el grupito. Alessia y una chica llamada Debbie conversaban animosamente entre ellas y no lucían igual que el año anterior. Ya al cumplir los dieciséis años, era cuando las chicas comenzaban a madurar; claramente lo habían hecho, ya que vestían con unos jeans de mezclilla y unas blusas que dejaban al descubierto el abdomen.

Incluso se podría decir que tenían maquillaje. Francisco y Ethan eran otra historia; vestían con unas camisetas holgadas de última marca y chaquetas de cuero. Francisco fue hasta la puerta y le abrió a una güera. Esa era claramente Daniela Villarreal; la que Camila conocía del año pasado era pequeña frente a esta. Estaba radiante y el sol de la playa le había dejado un hermoso bronceado.

𝙍𝙄𝙑𝘼𝙇𝙀𝙎 ~ 𝘿𝘼𝙉𝙄𝙀𝙇𝘼 𝙑𝙄𝙇𝙇𝘼𝙍𝙍𝙀𝘼𝙇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora