⭒𝟷𝟷⭒

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El primer mes de clases tenía a Camila vuelta un ocho. Le iba muy mal en inglés y pensaba que suspendería el próximo examen.

Sus días en el colegio ya tenían una rutina:

Llegaba saludando a sus amigas, veía a Daniela y su novio besuquearse toda la mañana, y agarraba mal humor.

Sus amigas la hacían reír y por un momento lo olvidaba, pero luego volvía a ver a la parejita besarse en la tarde y el enojo aumentaba. Finalmente, terminaba o en la biblioteca, o mirando a Hayley entrenar.

Curiosamente, estas eran las cosas que ocurrían exactamente todos los días. Lo que menos disfrutaba era el besuqueo de idiotas, pero creyó que ya debería haberse acostumbrado. Llevaba días viéndolos hacer lo mismo e ir agarrados de la mano, pero aún no comprendía por qué seguía molestándole. Ya debería haberlo superado, pero cada vez que los veía, sentía unas terribles ganas de golpear a Francisco en el rostro.

Decidió ignorarlo. No era su problema.

En ese momento se encontraba mirando a Hayley entrenar mientras estudiaba biología, pero en verdad no estaba del todo concentrada. ¿Cómo podría estarlo? Si Daniela se veía deslumbrante, dando vueltas en el aire y alzando los pompones. Era increíble cómo en tan solo un mes el equipo había mejorado tanto.

Daniela Villarreal. Aquel era un nombre que seguramente la atormentaría los dos años que quedaban de escuela. La observó: su piel era hermosa, su cabello brillaba y su sonrisa le alegraba el día.

Sin quererlo, el pulso de la pelinegra se disparó. Era un fastidio cuando le sucedía. Desde el primer año le ocurría aquello, pero parecía que cada día empeoraba más y más. ¿Por qué? ¿Qué tenía ella que la hacía sentirse así? Se lo preguntó, pero no quiso responderse por miedo a la respuesta. Era absolutamente imposible.

Por suerte, era el último día de la semana y no tendría que verla durante dos días, aunque sabía que era una mentira, ya que Cam se sentía ansiosa todos los lunes sabiendo que la iba a volver a ver.

Después de un rato, el grupo de chicas se fue a los vestidores. Daniela lucía muy atractiva con las mejillas rojas y el cabello sudado y revuelto.

Esperó a Hayley. Ellas habían acordado con las chicas que, al terminar el entrenamiento, irían a la pizzería cerca del instituto.

—¿A quién esperas? —preguntó la voz de Hayley a sus espaldas, y la chica de ojos avellana soltó una risita.

—A una amiga no más atractiva que yo —le dio una sonrisa, y Hayley hizo una mueca.

—Yo soy más atractiva que tú —dijo ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse. Mientras conversaban y salían del campo, Camila observó cómo Hayley quedó distraída, mirando a Robert.

Dios, esa chica sí que babeaba por él. Solo esperaba que fuera atracción física, ya que si era algo más fuerte, sabía que su amiga sufriría, y no quería que ella sintiera dolor.

Bajaron varias cuadras y, al llegar a la pizzería, vieron que en el aparcamiento había varios coches. Hubo un convertible azul que se le hizo muy familiar, pero igual entró con su amiga.

El local tenía una pinta exacta a las cafeterías de los años cincuenta. Fueron a las mesas rojas mientras sus amigas le hacían señas para que se sentara.

—¡Cam, aquí! —gritó Victoria, y ella le sonrió, tomando asiento. Camila quedó junto a Elizabeth.

Hayley estaba al lado de Victoria, y las cuatro comenzaron a hablar. Beth bebía de su malteada y Cam no dudó en robarle unos cuantos sorbos.

𝙍𝙄𝙑𝘼𝙇𝙀𝙎 ~ 𝘿𝘼𝙉𝙄𝙀𝙇𝘼 𝙑𝙄𝙇𝙇𝘼𝙍𝙍𝙀𝘼𝙇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora