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El lunes estaban en el aparcamiento de la escuela escuchando los gritos emocionados de Beth. La pelinegra recostada del capó solo podía sonreír.

—¿¡Comprenden!? ¡Me invitó a una cita, una de verdad! ¡No lo puedo creer! —dijo feliz mientras se colgaba del hombro de Sadie, quien también parecía contenta por su amiga.

—Yo también tengo una cita con Caleb —confesó, y las demás la felicitaron.

—Yo fui a visitar a Ale en su casa —dijo Paulina, aunque todas sabían que en parte estaba feliz porque había pasado tiempo con Daniela.

—Terminaré viviendo con gatos —se lamentó Jenna por la falta de emoción en su vida amorosa.

—No creo, chicas. ¿Saben? Un chico del club de pesas no quita los ojos de ti —le susurró Sadie, pero Jenna le restó importancia.

—No importa, no quiero sufrir como ustedes. Ahorita estarán felices, pero hace meses lloraban como locas —dijo, y sus amigas le dieron la razón. El amor era una gran montaña rusa.

—¡Dios, Cam! Aún no me lo creo —le susurró Beth a su mejor amiga mientras las otras dos hablaban—. Se veía tan adorable mientras me lo pedía, estaba nerviosa y todo —contó con la cabeza en las nubes.

—Supongo. ¿Y a dónde te llevará? —preguntó Camila, riendo por la emoción de su amiga.

—Dijo que era una sorpresa —respondió emocionada.

—Puede que te sorprenda —aclaró Camila, dejando a su amiga con la duda, pero cuando preguntó, se hizo la desentendida.

Estuvieron todo el día perfecto, solo que Daniela estaba molesta con Camila por lo de la otra vez y se lo demostraba ignorándola, aunque a la pelinegra no le pasaba por alto que la viera de reojo. Francisco también la veía con enojo, pero la ignoraba mientras iba de la mano con su novia. Aunque no los había visto besarse, Camila estaba feliz.

A la quinta hora, estaba en el pasillo, yendo a clases, cuando escuchó a alguien que la llamaba. Volteó tan bruscamente que le dolió el brazo roto, pero intentó disimular el dolor acomodándose el cabello.

—Ortega, te estaba llamando, ¿no escuchas? —dijo Paulina, aunque de una forma bromista, sin desprecio en su voz.

—Mira, señorita. Yo estaba distraída yendo hacia mi clase, creo que deberías hacer lo mismo —respondió Camila, rodando los ojos.

—¿Y sobre todo yo te voy a hacer caso? —Paulina tomó a Camila del brazo para apartarla de los estudiantes que caminaban por el pasillo.

—Oye, tengo que decirte algo.

—Sí, ya vi. Beth estaba muy emocionada hoy.

El rostro de Paulina pareció iluminarse.
—¿En verdad?

—No paraba de brincar, me recuerda aquella vez que tomó como cinco litros de cafeína —dijo Camila riendo al recordar ese día. Fue muy divertido.

—Me imagino, pero ahora hay un problema. Escuché un rumor que dijo uno de los de primero.

Los ojos de Paulina estaban llenos de ansiedad y preocupación.
—¿De qué se trata?

—De que casi besaste a Daniela. ¿Es cierto?

Camila se sonrojó de pies a cabeza, y eso fue toda la respuesta que Paulina necesitó.

—Supongo que sí —dijo, un poco cansada.

—¿Cómo? ¿Quién más lo sabe?

—Hasta ahora solo unos pocos, pero los rumores se esparcen rápido. Francisco podría enterarse —dijo Paulina, observando la cara pálida de la pelinegra.

𝙍𝙄𝙑𝘼𝙇𝙀𝙎 ~ 𝘿𝘼𝙉𝙄𝙀𝙇𝘼 𝙑𝙄𝙇𝙇𝘼𝙍𝙍𝙀𝘼𝙇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora