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—¿Cómo que no puedo dormir con mis amigas?— preguntó Daniela por cuarta vez, mirando con el ceño fruncido al profesor mientras sostenía en sus brazos la bolsa de dormir y su almohada.

El señor suspiró; esa chica llevaba un rato atormentándolo, y él estaba muy cansado.

Volvió a revisar la lista, en la cual claramente colocaba que las compañeras de la quinta tienda de dormir eran las señoritas: Abrams, Villarreal, Ortega y Diamis.

—Disculpe, jovencita Villarreal, así dicta las reglas. Usted ha sido asignada con las compañeras de la lista, punto— dijo, para la desgracia de la güera.

Cam observaba con los ojos abiertos la escena. En ese instante, su amiga Victoria salió a la defensiva, al igual que Paulina; no soportarían ser separadas de sus amigas.

—¡¿Cómo que dormir juntas?!— exclamaron las dos, por primera vez en su vida de acuerdo con la otra.

El profesor volvió a suspirar; tendría que aguantar a esas chicas también.

—La señorita Villarreal deberá compartir…

—Ya sé toda esa patraña. Me refería a que usted hiciera una excepción —dijo la pelirroja, y Daniela la apoyó cabeceando rápidamente.

—¡Por favor! No puede dejar a mi amiga dormir con esa plástica —dijo Victoria, muy decidida, señalándola.

—¿A quién le dices así, pedazo de imbécil?— la retó la güera, mirándola con irritación.

Cam la miró con enojo; no le gustaba que insultaran a sus amigas.

—¡Ve, por eso no la quiero cerca de Camila! ¡No va por el camino de Yisus!— terminó diciendo.

—La joven Ortega tendrá que cumplir con las reglas, al igual que la señorita Villarreal —repitió el profesor, y Cam simplemente no podía hablar, sentía el corazón en la garganta mientras sacudía la cabeza.

—No, no, no podría…

—Nada de cambios. Ahora vayan a cambiarse, antes de que las mande a dormir al bosque —dijo, muy serio, mientras se colocaba los lentes.

—¡Perfecto, mejor es compartir con osos que con ella!— dijo Victoria, y Cam hizo una mueca; ella no quería dormir en el bosque a mitad de la noche.

Camila intentaba no mirar a Daniela. Sus ojos se encontraron con los de chocolate y no identificó el enojo en ellos; era más bien una mezcla de emoción y ¿pánico?

¿Por qué Daniela Villarreal tendría que tener miedo? ¿Acaso pensaba que Camila le haría algo?

La que debería estar aterrada en ese aspecto era la de ojos avellana; intentó temblar, aunque su piel estuviera de gallina.

Pasar toda una noche con la chica de sus sueños debía de ser mágico. Claro, si esta chica no te odiara y no estuviera haciendo todo lo posible por no dormir contigo.

—No, ya hablé. Y usted, jovencita Paulina, deberá compartir la tienda con Elizabeth y Victoria —dijo, señalando a su amiga. Las mejillas de Elizabeth se sonrojaron y los labios de Paulina se pusieron colorados. Victoria sentía como si le fuera a dar un ataque.

—¡NOOO!— chillaron las tres, pero ya era tarde; la decisión estaba tomada.

Las cinco tuvieron que resignarse a su estancia en la tienda que les había tocado.

Cam notaba a sus amigas, especialmente a Elizabeth, sumamente afectadas por tener que compartir la noche con Paulina. Al menos tenían la una a la otra, mientras que Camila, al contrario, estaba sola con la güera.

𝙍𝙄𝙑𝘼𝙇𝙀𝙎 ~ 𝘿𝘼𝙉𝙄𝙀𝙇𝘼 𝙑𝙄𝙇𝙇𝘼𝙍𝙍𝙀𝘼𝙇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora