Tormentas Internas

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Evan y Noah se encontraban en el resplandor pálido del mediodía, una luz que penetraba las cortinas sobre las ventanas proyectaba un brillo frío sobre la habitación donde el sireno yacía, debilitado y vulnerable. Había pasado la tormenta; la noche anterior había dejado su huella, y ahora el día traía consigo un silencio inquietante y un aire de calma engañosa.

Noah no encontro nada en internet sobre sirenas que pueda ayudarles con el sireno asi que decidió volver a humedecer las frazadas, pero

Cuando las retió del sireno para humedecerlas nuevamente un detalle perturbador se hizo evidente: las escamas de color iridiscente comenzaron a desprenderse de su piel. La piel de la criatura, antes protegida y resplandeciente, se volvía cada vez más visible, mostrando una superficie desnuda y delicada. Las escamas caían como hojas en otoño, esparcidas por el suelo y creando un mosaico brillante de fragmentos que reflejaban la luz diurna. Noah, al ver esta visión, sintió un estremecimiento de inquietud y ansiedad. La imagen de esas escamas en el suelo era un recordatorio tangible de la fragilidad de su paciente y de la magnitud de su propia impotencia.

Frente a esta situación, Noah se vio obligado a buscar en el botiquín del baño, que había sido destinado para heridas menores humanas. La urgencia de la situación lo llevó a examinar el contenido del botiquín con rapidez y desesperación. Con algodón, yodo, curitas y gasas en mano, comenzó a tratar las heridas del sireno con una meticulosidad que rozaba la frenética. Cada aplicación de yodo sobre las lastimaduras del sireno era un momento de agitación; el líquido rojo provocaba una sensación de ardor en la piel herida de la criatura, que se contraía y emitía sonidos de incomodidad. La falta de comunicación del sireno complicaba aún más el proceso, ya que sus respuestas eran mínimas y sus movimientos limitados, dejando a Noah con la sensación de que sus esfuerzos, aunque bien intencionados, podían no ser del todo adecuados para calmar el malestar de la criatura. La incertidumbre sobre si el tratamiento era el correcto se hacía palpable en cada gesto, a pesar de la determinación de Noah por ayudar.

Mientras Noah se ocupaba de los cuidados del sireno, Evan se encontraba en la cocina, sumido en una tarea que parecía menos trascendental pero no menos importante. Preparar el almuerzo era un dilema moral y práctico. La opción de ofrecerle pescado al sireno, aunque lógica para una criatura marina, planteaba una inquietud: ¿sería visto como canibalismo? Con un sentimiento de inquietud, Evan decidió que el pollo sería una alternativa más prudente, aunque el acto de cocinar era un mero trámite en medio de la creciente preocupación por el estado del sireno.

El pollo se cocinaba lentamente en la estufa, el aroma penetrante llenaba la cocina, un contraste extraño con la inquietud que envolvía la casa. Evan, a pesar de estar preparado la comida con esmero, apenas sentia apetito. Su relación con la comida era una maraña de caos emocional y físico. La comida que él mismo había preparado no era más que un recordatorio de su propia lucha: el hambre que no podía saciarse y los atracones nocturnos que lo atormentaban. La incapacidad de comer con normalidad lo había llevado a un ciclo tortuoso de ayuno, vómitos y excesos que no cesaba.

Evan y Noah se encontraron en la cocina, el ambiente cargado de una preocupación palpable. Noah, con el teléfono en la mano, miraba a Evan con una expresión que reflejaba una mezcla de ansiedad y determinación.

—Tengo que llamar a papá —dijo Noah, su voz tensa—. La tormenta anoche fue bastante fuerte. Espero que esté bien.

Evan asintió, el peso de su propia preocupación visible en su rostro. Aunque trataba de mantenerse sereno, el pensamiento de su padre en alta mar durante la tormenta los inquietaba. La noche había sido violenta, y la incertidumbre sobre la seguridad de su padre no le daba tregua.

—Sí, llámalo —respondió Evan, intentando ofrecer un consuelo que no sentía completamente—. Es mejor asegurarse de que esté bien.

Noah se alejó para hacer la llamada, y Evan lo observó desde la cocina. Mientras el teléfono sonaba, Evan se sumió en sus pensamientos, reflexionando sobre la complicada relación familiar. La tensión entre Noah y su padre siempre había sido evidente despurs de que noah salio del closet hace un par de años atras, exacerbada por la falta de aceptación hacia la orientación sexual de su hermano.

Finalmente, la llamada fue contestada y la voz rasposa de su padre sonó al otro lado.

—¿Sí? —gruñó su padre—. ¿Qué quieres?

—Papá, soy Noah. Quería saber cómo estás después de la tormenta. La noche estuvo bastante mala —dijo Noah, tratando de mantener la calma.

—Ah, claro. No es la primera tormenta que enfrento, ¿sabes? Estoy bien. Solo cansado, pero nada que no pueda manejar —respondió el padre con desdén—. ¿Y tú? ¿Por qué no dejas de preocuparte por mí y ocupas tu tiempo en algo más útil?

—Solo me preocupaba por ti. La tormenta fue dura, y… —Noah vaciló, sintiendo la fría distancia de la voz de su padre—. También quería asegurarme de que todo esté bien por allá. No tienes porque hablarme así solo me preocupo.

—Lo que me pase o deje de pasarme no es asunto tuyo. Más te vale dejar de hacerme preguntas y concentrarte en tu vida de maricón. Ya tienes suficiente con eso —respondió su padre, su tono cargado de desdén y rechazo.

La respuesta le dolió a Noah, el rechazo implícito de su padre lo hirió de nuevo. Su voz temblaba ligeramente mientras continuaba.

—Solo quería saber que estás bien. Si necesitas algo, avísame. Estamos aquí si nos necesitas.

—No necesito nada de ti, ni de tu patético intento de ser útil  —replicó su padre—. Ocúpate de ti, ¿porque no eres mas como tu hermano? deja de ser molestarme- colgó la llamada.

Noah con su rostro pálido y la rabia visible en sus ojos. Se volvió hacia Evan, quien había estado observando en silencio, consciente de la tensión en el aire.

—Está bien, sobrevivió —dijo Noah, su voz vacilante—. Pero no puedo evitar sentir que nada puede ser sencillo.

Evan, viendo el dolor en la expresión de su hermano, sintió el peso de la realidad. Reflexionó sobre la complicada relación familiar y su propia lucha interna que enfrentaba. Se dio cuenta de que su propio rechazo hacia sí mismo y  tal vez sus problemas alimenticios estaban profundamente enraizados en el conflicto que Noah siempre enfrentaba con su padre. La batalla entre lo que era y lo que se esperaba de él parecía reflejar la lucha de Noah por aceptación.

Mientras Noah trataba de recomponerse mientras fingia estar bien, Evan sintió un nuevo entendimiento. El rechazo constante de su padre hacia Noah por ser quien es no solo había afectado a su hermano, sino que también había moldeado la forma en que Evan lidiaba con sus propias inseguridades y problemas. La lucha interna que enfrentaba, marcada por la represión y el conflicto, no era solo suya, sino una sombra arrojada por la difícil dinámica familiar.

Evan se acercó a su hermano, su mente aún girando con el peso de las revelaciones. La batalla por la aceptación personal y familiar parecía más clara ahora, aunque no menos dolorosa. Ambos estaban en una lucha compartida sin saberlo, enfrentando sus propios demonios mientras buscaban alguna forma de sanar y reconciliarse con sus propias identidades de forma individual y propia.

Cuando el almuerzo estuvo listo, Evan y Noah llevaron la comida al sireno, que aceptó el pollo con una humildad que resultaba casi inquietante. Evan le daba de comer y cada bocado parecía ser un desafío para la criatura, el sireno comía lentamente, como si cada movimiento requiriera una inmensa cantidad de esfuerzo.

Ya era tarde, fue un dia... dificil

Evan y Noah cubrieron la ventana rota con un cartón de una vieja caja. La ventana, aún fracturada por el impacto de la tormenta, dejaba pasar un flujo de aire frío. El cartón, fijado con cinta adhesiva, ofrecía una solución provisional a un problema que reflejaba la fragilidad de su situación actual. El esfuerzo de cubrir la ventana era un símbolo de su intento por mantener el mundo exterior a raya mientras lidiaban con sus propios problemas internos.

La tarde se desarrollaba con una sensación de inquietud y reflexión.

La tormenta había pasado, pero cada uno tenia su propia tormenta en su interior, los hermanos atrapados en sus propios dilemas personales y enfrentando presencia de la criatura marina, se encontraban en un momento de introspección dolorosa.
El sireno, en su vulnerabilidad y misterio, servía como un espejo para sus propios temores y deseos.

MI MAR INTERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora