Cambio de Marea

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La mañana descendió con una frialdad implacable, despojando a la noche de su dominio y trayendo consigo un aire fresco y cortante. Evan despertó en el baño, acurrucado en el suelo helado, su cuerpo rígido por el sueño en una posición incómoda. La luz matutina, débil y pálida, se filtraba a través de la ventana, proyectando un resplandor fantasmal sobre el escenario desolado.

Al abrir los ojos, Evan notó que el agua de la bañera había alcanzado su límite y estaba a punto de desbordar. Las gotas de sangre caían, una tras otra, con un leve tamborileo en el suelo. El agua en la bañera, turbia y espesa, estaba cargada de fragmentos de piel y escamas del sireno. La visión era tan perturbadora como fascinante.

Un estremecimiento recorrió su cuerpo al ver una larga capa de piel del sireno flotando en el agua, un remanente de su cola, que parecía descansar sobre el borde de la bañera como una manta plateada. La plata de las escamas brillaba débilmente en la luz matutina.

Evan se acercó al sireno, que yacía en la bañera con el pecho moviéndose lentamente en un ritmo de respiración que, aunque débil, le ofrecía un rayo de esperanza. Con temblor en las manos, extendió su palma y tocó el cálido pecho del sireno. Al contacto, el sireno despertó con un sobresalto, enderezándose con un movimiento torpe pero decidido.

Entonces, Evan fue testigo de una transformación asombrosa. La majestuosa cola del sireno, que antes era un símbolo de su dominio marino, se había desgarrado casi por completo. Donde una vez hubo una imponente aleta, ahora el extremo de la cola estaba dividido, revelando un par de piernas casi humanas que emergían del agua, como si hubieran estado esperando el momento de su revelación.

La transformación era a la vez grotesca y maravillosa. Los huesos se reajustaban bajo la piel, formando nuevas extremidades, mientras las escamas caían, dejando tras de sí una piel pálida y perlada, aún manchada por la sangre del proceso. Donde antes había una única extremidad poderosa, ahora había un par de piernas, emergiendo de la confusión de la metamorfosis.

Sin embargo, los pies del sireno no eran completamente humanos. Los dedos estaban unidos por membranas delgadas, reminiscencias de las aletas que antes adornaban su cola. Eran pies, sí, pero semejantes a patas de rana, con una estructura robusta que parecía mantener un vínculo con su vida anterior en el mar.

Evan retrocedió un paso, respirando con dificultad, incapaz de apartar la vista de la criatura que había llevado a su hogar. El sireno, o lo que quedaba de él, observó sus nuevas extremidades con una mezcla de confusión y dolor. Sus ojos, antes implacables, ahora reflejaban una vulnerabilidad evidente, como si se encontrara perdido entre dos mundos, sin pertenecer completamente a ninguno de ellos.

El verdadero impacto para Evan fue la revelación completa del sireno. Su cola había desaparecido por completo, y en su lugar, había dos pies humanos que emergían del agua. Además, el sireno ahora mostraba una nueva característica: un miembro masculino visible en el medio de sus piernas, algo que antes había estado oculto bajo su cola.

Desconcertado, Evan trató de mantener la calma mientras ayudaba al sireno a mantenerse erguido. La transformación parecía completa, pero el sireno se veía confuso y desorientado. La sangre y las escamas flotaban en el agua, creando una escena caótica que reflejaba la confusión interna del sireno.

En ese momento, Noah apareció en la puerta del baño, sosteniendo una taza de café. La visión que encontró lo dejó estupefacto. Sus ojos se abrieron en shock al ver a Evan sosteniendo al sireno, ahora erguido sobre sus nuevos pies y cubierto por el agua roja que manchaba el suelo.

—¿Qué... qué está pasando aquí? —preguntó Noah, su voz temblando de incredulidad.

Evan, abrumado por la mezcla de emociones y el impacto de la transformación, apenas pudo responder. La presencia de Noah trajo un nuevo nivel de realidad al caos, destacando la magnitud de la peculiaridad que enfrentaban.

Noah se acercó, dejando su taza de café a un lado mientras se unía a Evan. Observó al sireno con una mezcla de asombro y preocupación, notando los cambios drásticos y la fragilidad de la situación.

El baño estaba envuelto en un silencio tenso. Después de asegurarse de que el sireno estuviera más estable, lo guiaron hacia la pequeña ducha adyacente. El sireno, tambaleándose con sus nuevos pies, se esforzaba por mantenerse erguido mientras el agua de la ducha comenzaba a limpiar su cuerpo.

El suelo del baño estaba mojado y resbaladizo, cubierto de escamas caídas y restos de piel. La escena era un reflejo del tumulto interno del sireno. Los hermanos trabajaron en equipo para guiar al sireno hacia la ducha, mientras Evan lo sostenía y Noah se encargaba de la esponja y el jabón.

—Está bien, vamos a limpiarte —dijo Noah con una mezcla de calma y determinación mientras abría el grifo de la ducha. El agua comenzó a fluir, y su temperatura, ajustada a un nivel cómodo, ayudaba a despejar la sangre y los restos de escamas en la piel del sireno. Sus ropas se empapaban con el agua cálida.

Evan, con las manos temblorosas, ayudaba a sostener al sireno mientras el agua caía sobre él. La piel del sireno, ahora parcialmente libre de escamas, revelaba una superficie cada vez más humana. Sus piernas, una vez cubiertas de escamas, estaban expuestas bajo el chorro de agua, mostrando signos de la transformación.

—Vamos, relájate —dijo Evan, tratando de tranquilizar al sireno mientras lo sostenía por detrás.

El sireno se mantenía en pie con esfuerzo visible. Sus movimientos eran torpes y vacilantes, y la sensación del agua caliente sobre su cuerpo parecía ofrecer tanto consuelo como desconcierto. Noah enjuagaba y limpiaba el cuerpo del sireno, pasando la esponja por sus hombros, cuello y pecho, eliminando la sangre y algunas escamas. Luego limpió sus brazos, axilas y, con una ligera inclinación, sus nuevos pies.

—¿Te has fijado? —preguntó Noah a Evan.

—¿Qué? —respondió Evan, agotado de sostener al sireno.

—Ahora el sireno es más humano —dijo Noah con un tono burlón—. También tiene... bueno, míralo tú mismo.

Evan inclinó la cabeza y miró hacia la entrepierna del sireno, recordando su curiosidad sobre si el sireno poseía un miembro oculto bajo su cola. Lo vio claramente ahora.

—Sí, lo veo —murmuró Evan.

—Y no solo eso —Noah rió abruptamente—. Me preguntaba cómo hacía para ir al baño antes. Sin cola ni... bueno, sin nada. ¿Cómo se reproducen los sirenos y sirenas?

—No lo sé, tal vez no tienen esas necesidades.

Noah subió la esponja por la pierna del sireno, limpiando su entrepierna con una intención deliberada. El sireno, al sentir el toque, bajó la cabeza, y Noah rápidamente dejó de hacerlo, pasando la esponja a Evan.

—Listo, ahora te toca a ti, límpiale la espalda.

Noah sostuvo al sireno frente a él, y Evan pasó la esponja por su espalda. La cercanía entre Noah y el sireno, con sus cuerpos tan próximos, creó una tensión palpable. Sus miradas se encontraron en un momento de silenciosa atracción, mientras Evan limpiaba los restos de carne de la cola del sireno. El momento se volvió íntimo y cargado de emoción no expresada.

—Está hecho —dijo Evan al terminar.

Noah cerró el grifo, y Evan envolvió al sireno en una toalla. Juntos, lo sacaron del baño y lo llevaron al cuarto de Evan. Allí, el sireno se secó con la toalla, aprendiendo a moverse con la ayuda de Evan. Noah fue a su cuarto a secarse y cambiarse.

Evan se desnudó y se secó. El sireno, ahora más humano, lo observaba con una curiosidad que también le resultaba incómoda a Evan. Buscando ropa en su armario, Evan se vistió y ayudó al sireno a vestirse con un boxer, un pantalón y una camiseta.

Cuando Noah volvió seco y cambiado, el sireno parecía casi un humano común, exceptuando sus pies algo anfibios y las protuberancias de sus brazos y orejas. Los hermanos lo miraron, cada uno con sentimientos ocultos, inmersos en un enredo emocional que aún no entendían completamente.

MI MAR INTERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora