Segunda llamada

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Semana dos.


Ace estaba inquieto, frunciéndole el ceño a todos los que fueran alfas cuando se le acercaban.

Parecía irritado, más de lo normal. Su olor que antes era una mezcla fuego y mar con un toque ácido, ahora era completamente agrio por su malhumor.

Barbablanca se hizo el loco, ignorando deliberadamente la mirada de su hijo omega, sabía bien que si lo miraba, lo tendría regañándolo de cosas que se acordaba o reprochándole.

Siempre que estaba así de irritable, el omega peleaba con todos.

Siempre recordará cuando lo regañó por horas cuando lo miró en ese estado, su mirada sólo chocó dos segundos y ya tenía al omega de malhumor regañándolo.

Ese día se salvó la mitad de la tripulación.

Y Thatch no parecía entender esa mirada de; “no me hablen si no quieren que los estrangule”.

—¡Hey, Ace!—Llamó con una sonrisa traviesa.

El omega volteo su cabeza con lentitud, sus ojos oscuros cayendo en el beta.

—¿Qué?—Gruñó.

La cara de Thatch se arrugó como si hubiera chupado un limón amargo, su boca haciendo un gesto raro y dándose la vuelta.

Nop, no sería una víctima de asesinato hoy. Si no lo mató Teach, lo mataría Ace.

Sintió un escalofrío cuando los ojos profundos seguían mirando su espalda, esperando que volteara.

Eso fue hasta que el sonido de una llamada resonó en el aire, el cual provenía de la habitación del omega.

La mirada de Ace cambió rápidamente, la ilusión se noto en sus ojos y el brillo resplandeció.

Pero su malhumor seguía allí, se notó por su caminar lento. Barbablanca sabía quién pagaría por ellos hoy.

Marco salió de su bolsillo, soltando un suspiro de alivio. Agradecería más tarde al hombre por llamar.


—♡—



Ace contestó la llamada, sintiendo su pierna moverse de un lado a otro.

El saludo entusiasta fue recibido por un ceño frunciendo con claro malhumor.

—¿Qué?—Gruñó, encogiéndose en sí mismo ante su saludo grosero.

La línea quedó en silencio y la risa cariñosa del alfa lleno la habitación.

—¿Qué pasa?—Preguntó el hombre, sus cejas juntas a pesar de su diversión.

No estás aquí. Me siento abandonado.

—Nada—Murmuró entre dientes.

Su ser se encogió ante el gruñido del alfa, parecía molesto ante su respuesta y Ace quiso lloriquear. Expuso su cuello en señal de sumisión, a pesar de que el alfa no podía verlo.

—Dijimos que nos diríamos todo, incluso algo que nos molestaba. ¿Qué tienes?—Preguntó de nuevo, dejando en claro los puntos acordados.

Ace suspiro y apoyó su rostro en el escritorio, sin dejarse ver por el caracol.

Te extraño—Musito, sintiéndose ahogado.

Te extraño, siento que mi piel se cae a pedazos si estoy tan lejos de ti de nuevo.

El alfa tarareo, su tranquilidad hizo que su omega se relajará y gimoteara en señal de protesta por molestarlo.

—Estoy aquí—Musito, una suavidad inexplicable salió de él—Te extraño siempre, ¿sabes? Todos los días. Lo único que me hace sentir mejor es ver tu recompensa—Rio.

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