Que tu destinado se transforme en tu amigo y no el alfa por quien enamorarse, es un evento cómico en la vida de Jimin. Pero cuando ve aquel alfa de pelo negro sentado en el sillón de su casa; caer por amor empieza a sonar muy tentador.
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Cada fibra de mi ser protesta en dolor. A pesar de la caliente ducha que ya tomé, mis músculos siguen tensos, con un lamento sutil recorriendo mi cuerpo, recordándome cada giro, cada salto y deslizamiento sobre el hielo.
Mis ojos pesan y solo me quedo acostado en mi cama, evitando caer en el sueño. Tengo que terminar de leer un artículo para mañana, pero no sé si lograré hacer mi mente trabajar cuando apenas soy capaz de respirar. Giro sobre mi estómago, quedando de espalda sobre el acolchado cubrecama.
Dos golpes contra mi puerta cortan el silencio, y por el aroma a manzana caramelizada sé que se trata de mi papá omega. Con un grito le digo que pase.
—En un rato, la cena ya estará lista —avisa, sentándose al lado de mi cabeza.
Me acerco a él, rozándome contra su muslo, buscando ese afecto protector que solo él puede darme. Suelta una suave risa antes de acariciar mis mechones todavía húmedos, y escucho su murmullo de desaprobación por ello.
—Después me voy a secar el pelo.
—¿Día difícil?
Asiento con los ojos cerrados, relajado por sus dedos en mi cabeza.
—Más bien, cansador. En una semana y dos días ya empezará la competencia; la coach nos ha estado prácticamente castigando cada entrenamiento. Pero ahora soy yo quien está estresado.
