Capítulo 27 ❄️

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Casi le hago acelerar a Jungkook la moto varias veces de camino a su departamento, pero me aguanté el entusiasmo porque no quiero ser un omega muerto antes de tiempo; y si eso pasa tanto Nam como mis papás me harían revivir para matarme de nuevo por irresponsable.

Para ser sincero, mi mente apenas estuvo presente en la cena navideña, bueno, excepto cuando mi papá alfa amenazó a Jungkook con castrarlo si me hacía llorar. Gracias a la luna, mi papá omega no soltó ningún comentario que me hiciera enojar o molestar a mi alfa. Tampoco estuve realmente presente durante el intercambio de regalos. Mi mente ha estado en modo automático desde que Jungkook me besó hasta que mi hermano se quejó; cada pensamiento consciente se ha centrado en lo que vamos a hacer.

¿Se nota que estoy un poco ansioso?

—¿Quieres que le escriba a Nam que ya llegamos? —pregunta Jungkook, al abrir la puerta de su apartamento. Deja la entrada entreabierta, invitándome a pasar.

Deja la puerta abierta para que entre.

—No, yo lo hago —respondo, adentrándome en el lugar. Lo primero que percibo es la penetrante esencia de Jungkook que impregna el ambiente, provocando dos reacciones: una calma reconfortante y, al mismo tiempo, una vibración sutil que electriza mi piel—. Estoy seguro de que te dirá algo.

—Ya lo hizo —comenta, cerrando la puerta.

Al mismo tiempo, nos descalzamos y él me ofrece unas pantuflas blancas. Ambos, ahora con los pies resguardados, cruzamos la entrada.

—¿Quiero saber lo que te dijo?

Él pasa una mano por su cabello, ahora, corto mientras sonríe.

—Mejor no. Estoy seguro de que Nam no querría que tú supieras sus amigables palabras de aliento.

¡Ay, no!

Por lo menos sé que mi hermano me cuida la espalda, y que...

¿Y eso?

Sobre la pequeña mesa a mitad de la sala de estar, la cual está decorada con tonos neutros, muebles minimalistas, y un amplio sillón gris ubicado frente a una pantalla de televisión que cuelga en la pared, hay tres fotografías... en las cuales yo aparezco.

Agarro una en la que me encuentro hablando, y mis labios están ligeramente formando un puchero. Con un gesto burlón y la foto en alto, me doy la vuelta.

—¿Cuántas de esta tienes? —Agito el papel.

Jungkook, recostado sobre la pulcra y ordenada encimera de la moderna cocina, abre sus ojos y sus mejillas se tiñen de un suave rubor.

Sonrío hasta que mi visión se ve reducida. Jungkook se acerca, y con la mayor rapidez posible, me deslizo fuera de su camino.

—¡Jimin! —Su mano roza mi espalda, y me apresuro hacia la cocina, refugiándome tras de la encimera— ¡Ven y pásamela!

—No.

Mordiéndose el labio inferior, se precipita hacia mí. Entre risas, me deslizo por debajo y me escapo, retornando al punto de partida. Con un breve salto, sostengo la fotografía en alto.

—Solo dime cuántas fotos de mí tienes —repito entre carcajadas.

Tirando la cabeza hacia atrás, suelta un gruñido que me hace apretar las piernas. Vuelve a fijar sus ojos en mí y aprecio la sombra de una sonrisa en sus labios.

—Muchas —confiesa, mi omega se agita y mi aroma se expande—. Me gusta sacarle fotos a todo que es precioso, y tú lo eres; así que tengo una colección completa de ti.

Falling onto the Ice 𖹭 ᵏᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora