Jungkook
El suave y dulce aroma de galletas es lo primero que noto al entrar a mi hogar, mezclado con mi propio olor, que crea una deliciosa combinación. Mi lobo se remueve, inquieto pero satisfecho, desesperado por seguir ese olor familiar y cálido. No puedo evitar sonreír mientras me quito los zapatos y me adentro.
Al girar hacia la sala, lo veo, profundamente dormido en el sofá, envuelto hasta el cuello en una frazada. Sus mejillas tienen ese ligero rubor que le queda tan bien, y sus labios entreabiertos, serenos, me invitan a acercarme. Me siento en el suelo, al nivel de su rostro, dejándome absorber por cada detalle de su expresión mientras la calidez en mi pecho aumenta, y esa devoción que siempre me inunda cada vez que lo miro de cerca hace que todo lo demás se desvanezca; es solo él, mi esposo, mi amor.
Alargo una mano, adornado con el anillo de matrimonio, y con los dedos rozo su cabello rubio, tan suave entre mis dedos. Paso lentamente de su frente a sus mejillas, después a sus labios y, finalmente, mis dedos descansan sobre el lado de su cuello, en la fresca marca que renové anoche; y siento a mi lobo agitarse, complacido.
—Esposo...
Me inclino y beso suavemente su mejilla, disfrutando de su aroma que hoy tiene un toque más... lechoso, dulzón. ¿Habrá pasado por la pastelería de mis suegros antes de volver a casa? Justo en ese momento, mi omega se despierta, se estira bajo la frazada, y al abrir los ojos, una sonrisa somnolienta se dibuja en su rostro.
—¿Acabas de llegar? —pregunta con voz suave, y suelta una risita mientras entrelaza su mano con la mía, juntando nuestros anillos.
—Sí —le digo, devolviéndole la sonrisa. Entonces me acomodo en el sofá junto a él, abrazándolo, y en un instante, sus labios encuentran los míos, suaves, cálidos, y nos dejamos llevar por un beso que me hace sentir que estoy en casa de una forma que nada más podría lograr.
—¿Cómo estuvo tu día? —me pregunta entre besos, su voz vibrando contra mi piel.
—¿Te acuerdas del chico omega con presentación tardía?
Frunce los labios en un puchero y me observa con un interés.
—¿El caso policial?
Asiento.
—Sí, ese mismo. Tenía que darle unas noticias sobre sus últimos exámenes.
Jimin sonríe de esa forma traviesa que me hace sentir un cosquilleo en el pecho, y se acurruca más cerca, con sus ojos llenos de curiosidad y expectación.
—¿Qué noticias? —pregunta, mirándome con esos ojos tan brillantes.
Lo envuelvo con mis brazos, atrayéndolo más a mi lado, y apoyo mi barbilla en su cabeza, disfrutando del calor de su cuerpo contra el mío mientras le cuento los detalles.
—Después de su celo, el chico vino a verme para asegurarse de que todo estuviera en orden. Hicimos las pruebas de rutina, y todo salió perfecto... pero en otros exámenes surgió algo interesante.
Me mira, conteniendo el aliento, y entonces suelta un pequeño grito de emoción.
—¡Oh, no me digas! —exclama, cubriéndose la boca con ambas manos, y sus ojos chispean, anticipando la respuesta.
Le tomo el rostro con ambas manos, inclinándome hasta que nuestros ojos quedan a la misma altura.
—Dime, ¿qué crees? —le pregunto con una sonrisa que no puedo controlar.
Sus labios se curvan en una sonrisa radiante, y asiente varias veces, como un niño que acaba de descubrir su regalo de cumpleaños.
—¿Significa que ya no es infértil? —susurra, sus ojos agrandándose de pura felicidad.
ESTÁS LEYENDO
Falling onto the Ice 𖹭 ᵏᵐ
RomanceQue tu destinado se transforme en tu amigo y no el alfa por quien enamorarse, es un evento cómico en la vida de Jimin. Pero cuando ve aquel alfa de pelo negro sentado en el sillón de su casa; caer por amor empieza a sonar muy tentador.