XIII

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El sol entro por la ventana, la cara de Leona iluminada por el sol la fueron trayendo de vuelta a su consciencia propia.

Movimiento, había una sensación de Movimiento.

Leona abrió lentamente los ojos, estaba en un carro, un carro en movimiento, un carro conocido, ella estaba acostada en el asiento trasero.

Leona se sento, se tallo los ojos.

La sensación era extraña, una mano con piel suave y lisa le abia tallado los ojos, ¿de quien era esa mano? La siguió hasta su propio hombro, era su propia mano, pero era tan distinta de lo que recordaba que parecía de otra persona. Siguio su vista hacia su pecho, no era anormla, pero si era mas grande de lo que recordaba, su ropa se sentía demasiado grande, como si fueran varias tallas mas grandes. Su estomago estaba delgado, incluso tenia unos abdominales bastante bonitos, sus brazos también eran delgados, los toco, eran muy duros, sus musculos estaban marcados, pero no eran excesivos, lo suficientemente duros y lo suficientemente flexibles.

Volteo a la ventana, vio en su reflejo una chica de cabello rojo liso con mechones negros, sus ojos eran rojo brillantes y su piel era suave y clara. Era una chica hermosa.

-Parece que despertaste- La voz de el padre Langtong la sacaron de su trance –Tu madre esta en el hospital, vamos hacia la iglesia.

El padre Langtong era quien conducia, no era sorprendente, era su auto después de todo.

En el asiento de copiloto había una espada, Leona la reconocio, era la espada que su abuelo le habia regalado ayer.

-Esa es mi...- Leona estaba hablando, pero su voz era completamente distinta a su voz de colegiala con sobrepeso.

-Esta espada esta maldita, vamos a exorcizarla – Dijo El padre Langtong – Y a ti también, jovencita.

-Ya veo... ¡¿que me van a que?!- Leona no podía entender por que necesitaría un exorcismo.

Intento tomar su espada lentamente mientras el padre Langtong estaba fijo en el camino y conducir.

Pero sin voltear a verla, el padre Langtong detuvo la mano de Leona con la suya, la sujeto fuertemente, lo que hizo que Leona luchara para desacerse de el agarre y retorcer su brazo, hasta que logro soltarse.

-No te resistas- Dijo el padre Langtong con seriedad.

Se estacionaron frente a la iglesia.

-Vamos a bajar, no hagas una escena- Ordeno Langtong, Leona solamente pudo obedecer. Langtong tomo la espada con una mano y bajo de el auto.

Leona lo siguió en silencio, todo era muy raro, tanto que apenas podía creer que no era un sueño.

Cuando bajo de el auto, noto que también su cadera y piernas eran mas delgadas, tuvo que sujetarse el mono para que no se le cayera.

Caminaron a adentro de la iglesia, ahí, solo había una jovencita rezando, ya debía de haber pasado la hora de la misa de sábado.

Leona reconocio a la jovencita, era Raechel, la chica de el sequito de Eunice.

-Como puedes ver, todos necesitan a Dios- Dijo el padre Langtong quedándose de pie frente a el altar donde la joven estaba rezando. Lagntong dejo la espada debajo de la cruz de el altar. – Dejemos esto aquí por ahora.

Raechel alzo la vista, sus ojos se encontraron con los de Leona, pero, lo que podía ver Leona eran lagrimas en los ojos de Raechel, ¿Por qué estaba llorando?

-¿Necesitas ayuda hija mia?- pregunto Langtong

-Mis amigas... Estan planeando hacer algo horrible a una chica de mi escuela... Pero yo... No quiero que eso pase, pero no tengo la fuerza para hacer algo- Dijo Raechel

Humanidad y Dioses 1: Internado ValhallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora