Capítulo 2

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Me despedí de mi amiga viéndola alejarse, caminaba con dificultad, había tomado incluso más que yo, alegando que mis pensamientos de divorcio debían celebrarse.

No lo podía ocultar que estaba feliz por mi decisión, incluso más que yo.

Espere a que Jisoo ingresara a su casa, mientras ella abría la puerta con dificultad vi desde la segunda planta como la luz de una habitación se encendió, temi lo peor para mi amiga, luego observé como su rubia esposa se asomaba tras la cortina.

Espere unos minutos, lo que me temía sucedió, Jisoo al poder abrir la puerta lo primero con lo que chocó fue el cuerpo de su esposa, note como mi amiga retrocedía un paso mientras su esposa cruzaba sus brazos.

—Suerte amiga —hable al ver como Rosé, la esposa de  mi amiga la tomaba de su oreja jalandola hacia el interior.

Quisiera poder reírme de Jisoo por su situación, pero sería contraproducente ya que me esperaba una situación igual o incluso peor que la de mi amiga.

Quisiera poder reírme de Jisoo por su situación, pero sería contraproducente ya que me esperaba una situación igual o incluso peor que la de mi amiga

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Estacione el auto frente a mi casa, quisiera poderlo llamarlo hogar, pero no, ese casa que una vez fue mi hogar actualmente era una cárcel para mi.

Baje del automóvil, me quede observando la construcción recordando aquellos días en que siempre procuraba realizar mis labores en el trabajo lo más temprano posible para poder regresar a casa y cenar con mi esposa, contarnos nuestros momentos en el día, ver alguna película y luego dormir abrazadas, pero ahora, todo era diferente, siempre procuraba llegar a casa cuando ella estuviera dormida, ahora ambas parecíamos unas desconocidas conviviendo bajo un mismo techo.

La mujer que una vez ame ya no existía en ella, tenía el mismo rostro pero diferente alma, era una completa desconocida.

Mire la hora, once de la noche, ella ya estaría dormida así que no me la encontraría, ingrese a la casa, antes de siquiera dar unos pasos más allá de la sala la luz se encendió, cerré mis ojos suspirando pesadamente, esperando lo que seguía a continuación.

—¿Qué son estas horas de llegar Lalisa Manobal? —no me atreví a mirarla, ya me imaginaba como estaba.

Sentada en el sofá individual, sus brazos cruzados, su pierna izquierda sobre la derecha, sus cejas fruncidas, mientras me observaba con un destello de furia en sus ojos.

—Tenía trabajo que atender —respondí continuando mi camino aun de espaldas a ella.

—O alguna zorra por atender —habló con sarcasmo.

No le preste atención, se lo que quería y no le daría el gusto, subi las escaleras con rapidez sintiendo su presencia imponente tras de mi.

—No me ignores y responde Lalisa, ¿Dónde estabas? —su voz ahora más enfática que antes la sentí demasiado cerca, camine por el pasillo con rapidez, con la esperanza de librarme de ella —¡Lalisa!

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