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— You're a crybaby in bed.
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Estabas abrumada. Ni siquiera sabías en qué concentrarte. Todo estaba sucediendo tan rápido y te sentías tan bien que sentías que podías llorar. —Oh, 'Toru—, gimoteaste. —No puedo...
Satoru rió en voz baja y continuó chupando tu suave cuello, tu reconfortante aroma nublaba sus sentidos. —¿Qué quieres decir con que no puedes? Por supuesto que puedes, dulce niña...—puntualizó sus palabras con un fuerte empujón, rozando ese pequeño punto gomoso en lo profundo de ti que te hacía ver estrellas.
Te apretaste contra él, con la cabeza girada hacia atrás contra la mullida almohada detrás de ti. —Mírate... eres una buena chica, puedes soportarlo—, susurró Satoru, agarrando tu tobillo izquierdo para enganchar tu pierna alrededor de su cadera.
—Por favor, Toru, ¿es demasiado...? —Te quejaste —. ¿Demasiado? Apenas hemos empezado, cariño. —Continuó dándote embestidas superficiales, suficientes para hacerte sentir bien, pero no lo suficiente para que te corrieras.
Entre sus labios alrededor de tu pezón, su dedo medio jugando con tu clítoris perezosamente y su polla dentro de ti, te ahogaste con tu propia saliva. —Oh, ¿qué pasa, niña bonita?—arrulló suavemente. —No puedo...—cerraste tus lindos ojos, demasiado abrumada.
Los dedos de Satoru dejaron tu clítoris para agarrar tu barbilla. —Oye, mantén esos ojos en mí—, ordenó. —No mires a otro lado, mierda—. Mientras tus ojos se abrían, aunque con dificultad, gemiste suavemente.
Tu novio tarareó en señal de aprobación. Sus ojos se movieron hacia donde estabas conectada. Él miró sin vergüenza, mirándose a sí mismo desaparecer dentro de ti. —Mírala, me está tomando tan bien... qué chica grande—. Te apretaste alrededor de él mientras se refería a tu lindo y pequeño núcleo goteante como un individuo.
Levantó la mano para agarrar la cabecera, usándola como palanca. Te miró, sus brillantes ojos azul cielo se posaron en tu lindo rostro. La punta de tu nariz estaba rosada de tanto sollozar. —Oh, eres tan linda... ¿Qué pasa, cariño? Pensé que podrías tomarme—. Maullaste suavemente, las lágrimas rodaban por los costados de tus ojos. —Se siente tan bien, 'Toru...—balbuceaste.
Satoru se rió entre dientes. —Oh, ¿sí? Lo sé—, tarareó con arrogancia. —¿Crees que... mierda, nena...—Su frente cayó sobre tu hombro mientras te apretabas a su alrededor con más fuerza que antes. —Sigue así y me correré... pero eso es lo que quieres, ¿mhm? Y ella también quiere eso, ¿eh?
Él continuó embistiendo dentro de ti, pero dejó de hablar para poder escuchar los sonidos que hacía tu coño. —Sí, eso es lo que pensé... está ansiosa, ¿eh?—Sollozaste y tu mano encontró sus hebras sudorosas. —Apenas cabes dentro...—balbuceaste, lo que hizo que el ego de Satoru se hinchara. Aún más. —Mhm, eso ya lo sé. ¿Puedes decirme algo que no sepa?
—Eres una idiota... —murmuraste, sollozando —. ¿Ah, sí? —Él te dio una fuerte estocada. Arqueaste la espalda y gemiste—. ¿Sí? —repitió. Negaste con la cabeza vigorosamente—. Eso es. Buena chica. —Tu labio inferior quedó atrapado entre tus dientes —. Toru, me voy a correr...
—¿Sí? ¿Vas a ser una buena chica y correrte conmigo? —Asentiste rápidamente. —. Oh, Toru, me estoy viniendo, me estoy viniendo... —Tu frase terminó con un gemido mientras te corrías, apretándote alrededor de él —. Ahí tienes, nena, eso es todo...
Satoru suspiró mientras se adentraba en ti una y otra vez, casi allí mismo. —Estoy justo detrás de ti, amor...—dejó besos por toda tu mandíbula, silenciando suavemente tus pequeños gritos. —Shhh, estás bien, estás bien...
Cuando Satoru llegó, gimió y escondió su cara en tu hombro. —Joder, sí, vamos, vamos... awww...—jadeaste suavemente mientras se derramaba dentro de ti.
Suspiró profundamente y se dio la vuelta sobre su espalda. —¿Ves? No fue tan malo, nena...—Su índice rozó perezosamente tus resbaladizos pliegues, juntando sus fluidos combinados. Levantó su mano, sosteniéndola en alto mientras la luz hacía brillar sus dedos. —Mira eso. Somos nosotros, nena...—Besó tu cuello y cubrió tus labios con los jugos.—Vamos, pruébanos...
Mientras gemías por el sabor embriagador, Satoru sonrió. —¿Estás lista para la segunda ronda, hermosa?
Oh, definitivamente sí.
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