Libertad

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La libertad nunca se antojó tan real como aquel día en el que todos los amarres que apretaban las suaves muñecas de Marta se soltaron al unísono, dejando caer esas cadenas invisibles que, hasta entonces, se sentían como una tortura eterna que no parecía tener fin. El aire fresco chocando en su cara, al abrir la ventana para ver los primeros rayos de sol, se sintió más puro que nunca. El sonido de los pájaros, habitualmente molesto, hoy se sentía como la más bella de las melodías, una que parecía ser tocada en exclusiva para ella. Por un momento, incluso parecía seguir sumida en un sueño en el que todo parecía tan bonito estando al lado de Fina que incluso llegaba a doler.

Marta iba a ser espectadora en primera fila, sin saberlo, del acto que aquel día haría volar todo por los aires para después recomponer cada pedazo poniéndolo en el sitio donde siempre debió estar. Ese día su vida cambiaría para siempre, y, aunque percibía que había algo diferente en el ambiente, haciendo que ese amanecer se sintiera realmente distinto a los demás, la castaña no imaginaba ni de lejos lo que iba a suceder.

Las reglas a veces están para romperlas, o, al menos, para dar un rodeo sobre ellas y burlar al riesgo, al menos así fue como lo pensó con detenimiento, durante días, Jaime, quien fue capaz de ver más allá de lo establecido, de lo permitido, de lo estipulado como correcto, de lo que hasta entonces creía mejor para él, incluso, también para ella.

El doctor había visto por primera vez, tras un matrimonio complicado en el que no perdía la fe, la pasión arder en los ojos de Marta. La sensación había dolido de la misma manera que, después, lo había hecho el ser testigo de cada cruce de miradas de su mujer con esa misma muchacha, aunque intentarán disimular. Había observado que la mujer a la que llamaba cariño, sentía ese mismo cariño por ella, ese que nunca lo había sentido por él, ese que tanto ansió durante años tener, ¿Cómo no se había dado cuenta antes?

Su cabeza se sentía como un puzzle en el que las piezas de los años se iban juntando hasta crear una masterpiece, y esa genialidad dejaba relucir que Marta jamás había sentido un ápice de amor por él, le había tenido cariño, habían compartido momentos de felicidad,pero él entendió entonces que debía dejar de luchar por darle lo que quería, porque lo que Marta deseaba no era a él, porque pese a ser su marido, no era el dueño de su amor, ni de sus anhelos, y las dudas de ser su persona se vieron más respondidas que nunca.

Jaime no era para Marta, de la misma manera que esa mujer, que llevaba un anillo suyo adornando su dedo, no era suya, y nunca lo sería realmente, al menos, a efectos sentimentales, pese a estar firmado en un papel y haber leído sus votos delante de sus seres queridos en una gran ceremonia en la que, supuestamente, sus vidas habían quedado unidas para siempre.

Hubo momentos en aquellas semanas, después del beso visto en el almacén por el médico, en el que dudó sobre sus propios sentimientos. Jaime era una persona a la que le gustaba pensar, encontrar la lógica y los porqués de cada cosa en todo momento, de esa manera, en su cabeza, plasmó varias hipótesis de lo que vendría tras lo acontecido, de lo que era mejor para ambos llegados a este punto sin retorno.

Celos, una parte de él podría experimentar esa sensación al haber visto a su mujer entre los brazos de otra persona, pero no, no eran celos lo que sentía, tan siquiera añoranza de que Marta lo mirase de aquella manera.

Envidia, tal vez en parte sintiera una pequeña parte de esta sensación al notar cómo esas dos personas a las que había pillado infraganti estaban entregándose en cuerpo y alma pareciendo unir sus propios corazones a través de sus contactos, pero tampoco era así. La única envidia que alcanzaba a sentir era la de que alguien le mirase así alguna vez en su vida.

Dudas, una parte de miedo crecía en su interior al pensar en qué pasaría ahora. No podía negar que quería a Marta, la quería mucho, aunque empezaba a pensar que tal vez una parte de él tenía idealizada esa relación que cada vez tenía menos sentido y, por supuesto, menos futuro.

Pasión en libertad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora