Alguien dijo una vez:
Segundas partes nunca fueron buenas
Este relato intenta enmendar el error de esa afirmaciónLa vida está compuesta de experiencias, pueden ser malas o buenas, pueden verse interrumpidas, ser ocasionales o buscadas, pero todas forman parte de ese sinsentido al que llamamos día a día. Dicen que la práctica hace la experiencia, aunque la curiosidad y las ganas también forman parte de esa destreza que, poco a poco, va mejorando nuestros actos. La inseguridad y el temor en ocasiones quedan a un lado, y simplemente nos dejamos llevar por esa sensación de bienestar que nos hace querer ir un paso más allá, descubrir algo nuevo, aumentar ese cosquilleo interno que nos da la mayor de las felicidades, la de sentir.
Así se sentía Marta, y, tras verse entre la espada y la pared al ser testigo en primera fila de la tristeza Fina, se estaba dejando llevar por sus deseos. Quería cambiar esa pena por una alegría, por esa sensación de felicidad, quería sentir, quería que ella sintiese y, ¿Por qué no admitirlo? Quería sentirla.
Desde el encuentro íntimo que habían tenido en el hotel las ocasiones de encontrarse a solas se habían visto frustradas, la vuelta de su marido y la tristeza que Fina sentía al haber discutido con su padre, eran protagonistas en aquel momento, robando cada instante a solas que buscasen tener. Todo parecía estar en su contra, pero ellas habían decidido luchar contra viento y marea por su relación, por su gran amor, y, rendirse no era, tan siquiera, la última opción, pues tirar la toalla era algo que no entraba en sus planes.
Había algo que Marta no había sacado de su mente desde aquel íntimo encuentro clandestino, ese en el que ambas habían unido sus cuerpos y hasta sus propias almas, haciendo temblar incluso las paredes de la habitación del hotel. Y es que esa mujer no dejaba de recrear en bucle la sensación embriagadora que había poseído cada centímetro de su cuerpo al sentir a Fina hacerla suya. La melodía que sus gemidos habían dejado en sus oídos se había quedado grabada a fuego como una canción pegadiza, propia de la mayor artista del momento, digna del hit del verano, esa que tarareamos aún de manera inconsciente.
Pensar en la sensación de quemazón en su cuerpo vivida en aquel momento le hacía sentir réplicas casi exactas, incontroladas. Cada vez que recordaba las manos de Fina recorrer su piel, inevitablemente, se estremecía. La sensación que producían los recuerdos en su mente le hacían perder incluso la noción del tiempo. Marta ya no sabía en qué hora vivía, pues las horas sin Fina eran vividas en balde.
Era aún más fuerte el recuerdo de la joven tiritando a su lado, víctima del placer. Por primera vez Marta se había sentido capaz de satisfacer a alguien, había sentido seguridad al llevar las manos a un cuerpo desnudo, había sentido el verdadero placer a través de sus propios dedos, había sido testigo en primera fila de las reacciones de Fina, que había asegurado quedar encantada con aquel primer encuentro.
Marta había sucumbido al deseo, había pecado aquella noche, y tenía claro que ardería en la mismísima cruz al tener pensamientos obscenos con Fina como protagonista, pero estaba dispuesta a cargar con el peor de los castigos a cambio de tener un nuevo encuentro con ella. Y es que si aquello era algo contranatura ella se estaba sirviendo en bandeja al mismísimo demonio. O más bien a la diabla que la hacía arder en esas incesantes llamas que provocaban cosquillas en las partes más íntimas de su cuerpo.
Doña Marta tenía ahora un gran dilema, dentro de su desconocimiento no podía dejar de idear mil maneras nuevas de llenar el cuerpo de su amada de satisfacción. Aunque, a diferencia de otros momentos en su vida, no tenía ninguna duda de que ella misma sentiría esa sensación en su propia piel. Pero, a pesar del placer sentido y provocado, uno ni siquiera imaginado antes en su inocente mente, había algo que Marta tenía en la cabeza por encima de todo, aquel momento había llegado hasta el podio de sus recuerdos preferidos alzándose con la gloria. Marta no recordaba únicamente el encuentro sexual en sí, pues su instante preferido había sido el de después.
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Pasión en libertad
Fiksi PenggemarEmpezó como un capítulo único, pero la pasión de Marta y Fina no tiene límites cuando la pueden vivir en libertad Esta historia tiene contenido algo explícito y mucho sentimiento