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── Mátame.

⠀⠀ Aquella súplica provenía de una voz tan áspera como los ladrillos manchados de sangre que separaban a ellos del resto de la barahúnda, de una voz tan baja que podía haberse perdido entre la melodía de la lluvia y el ruido de la noche, de una voz tan delicada como la Luna que se encontraba detrás de las oscuras nubes.

⠀⠀De una voz tan frágil que Minlong no pudo evitar buscarle entre el pequeño y abandonado callejón, encontrando un chico no muy diferente al lugar en el que estaban abrazado a sí mismo en el frío y mojado suelo, encogido como si su existencia estorbase.

⠀⠀ Y, cuando sus miradas se unieron, no pudo encontrar la diferencia entre sus luceros y las del cuerpo sin vida que se encontraba bajo sus pies.

── Mátame, por favor ── repitió en un susurro, en un tono más bajo, y Minlong tampoco supo si era para que sus palabras se fueran con el cruel viento al arrepentirse de lo dicho, o porque todas esas marcas en su piel del mismo color de sus temblorosos labios no le permitían alzar más la voz.

⠀⠀Su cuerpo, a diferencia del suyo, estaba envuelto por la débil luz de una sucia y pequeña lámpara, por lo que sus heridas destacaban más que su delicado rostro lleno de polvo, y su tembloroso cuerpo más que su suave cabello desordenado.

⠀⠀ Mas nada de eso le importaba sabiendo que, al igual que la Luna descansaría pronto y las tristes nubes desaparecerían, él tendría que esconderse junto a ellas antes de que el arrebol bañase todo el cielo con su color, por lo que continuó limpiando el caos que había creado.

⠀⠀ Pero la mirada del frágil chico se volvió a posar en él, como si tratara de ver su rostro a través de la máscara que llevaba puesta, como si quisiera leer así sus pensamientos.

── ¿No me matarás? ── preguntó al no obtener más reacción que una mirada ni tampoco su deseo ── ¿No temes que denuncie lo que acaba de ocurrir ante la policía si no me quitas la vida? ¿También le temes a vivir o simplemente crees que no soy una amenaza?

── Vuelve a casa ── respondió con calma el chico que llevaba como ropa a la noche, cargando en sus espalda la bolsa que contenía todo su pequeño desastre.

── No tengo un hogar al que volver.

⠀⠀ Sus medialunas se volvieron a encontrar durante unos segundos, segundos en los que se pudo percibir mejor la mezcla del olor del petricor y la sangre, segundos en los que Minlong no supo si en el rostro del contrario caían sus propias lágrimas o eran las del cielo, y segundos en los que se cansó de seguir dedicándole tiempo a un desconocido que parecía poder romperse si una mariposa se posaba en él.

── Yo tampoco ── fue lo único que dijo antes de dirigirse a la multitud llena de risas y luces de colores, dejando al chico solo entre la soledad, ya que no tenía ninguna intención de cumplir su deseo, ni tampoco de volver a verlo en el resto de sus días.

⠀⠀ Mas el destino no pensó lo mismo que él, no cuando sus ojos se volvieron a encontrar dos amaneceres después, con la diferencia de que ambos se encontraban bajo la luz del Sol, vestidos con elegancia, con una falsa sonrisa en sus rostros, y sin reconocer al otro.

» jessica, ©herbonhomie

los besos que oculta la lunaWhere stories live. Discover now