XXXVII

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A la larga, uno se va acostumbrando. Uno deja atrás los mareos y vómitos ante cualquier mínimo mal olor para centrarse en su tarea, aunque el diseccionar cuerpos lleve años (décadas) acostumbrarse. Akaashi Keiji se encontraba enterrado bajo sus austeras sábanas, enfrentando su reloj-despertador que no paraba de gritarle que era momento de ir a confrontar un día más el fruto de sus decisiones. No es que hubiera elegido la carrera de forense por tener algún razonamiento noble o pasado traumático. Akaashi Keiji era un introvertido al que no le gustaba interactuar mucho con la gente, por lo que el ser forense le ofrecía un buen salario sin tener que enfrentar a personas constantemente, al contrario que en los trabajos de oficina que sus padres tanto deseaban que tuviera.

Sus primeras instancias en el trabajo no fueron tan buenas, su estómago no era capaz de soportar las horas junto a los cadáveres y sus paseos al baño eran más frecuentes de lo que desearía. Sus superiores no se lo recriminaron en ningún momento, sabiendo que todos empezaban igual, pero Akaashi sentía que perdía demasiado el tiempo sin atender a sus responsabilidades.

A medida que pasaba el tiempo, su trabajo se iba perfeccionando y su estómago iba dejando de incordiarle. También había ayudado que su nuevo compañero tampoco fuera muy fan de las interacciones sociales, Tsukishima Kei. A su llegada le acompañaba otro hombre mucho más sonriente pero igual de introvertido, Yamaguchi Tadashi. El forense acabó formando una buena amistad con los dos - deduciendo rápidamente que el afecto entre ellos era mucho más que amistoso - por lo que sus jornadas se volvieron más afables.

Tanto la sala de disección como la estancia que usaban como oficina siempre se mantenían en una nube de silencio, las interacciones reducidas solo a las necesarias al ámbito profesional, prefiriendo mantener conversaciones más amistosas durante la hora de comer en la cafetería. Esto se mantuvo hasta la llegada de un nuevo compañero debido a un traslado: Kuroo Tetsuro.

Como el resto de profesionales con los que compartía jornadas laborales, Kuroo era bueno en su trabajo. Sus cortes denotaban un claro detallismo, seguramente perfeccionado a lo largo de los años tras cientos de miles de intentos, y sus hipótesis a la hora de delimitar la causa de muerte siempre eran acertadas. Junto a esto, Kuroo Tetsuro tenía un aura de persona popular, le gustaba interactuar con las personas y se le daba bien hacerlo, además de que su rostro, que muchos considerarían atractivo, ayudaba en la labor, por lo que no se esperaba que entablara mucha amistad con el trío introvertido.

- ¿Puedo sentarme?

Los tres hombres levantaron el rostro para toparse con el de su nuevo compañero, quien los miraba con una brillante sonrisa. Akaashi deslizó su mirada discretamente por la cafetería, vislumbrando varios sitios, incluso mesas vacías. La mujer con la que había entablado algo de relación tras su llegada lo miraba con un semblante confuso.

- ¿No tienes a alguien esperando por ti?

- Oh, ¿Alisa? Nah, ya le dije que quería comer con vosotros.

- ¿Y por qué, si puede saberse?

Los dos hombres sentados en la mesa miraron sorprendidos al de gafas, quien no parecía muy ilusionado por la llegada de su nuevo compañero. Mas este los siguió mirando con una sonrisa.

- Parecíais buena gente, así que he pensado en venir a charlar un rato con vosotros.

Sin más que decir, ocupó el sitio hasta ahora vacante junto a Akaashi, reposando tanto la bandeja que portaba como su teléfono móvil. Tenían un grupo de chat conjunto entre todos los trabajadores del departamento forense que les facilitaba el saber cuando llegaba una nueva desafortunada víctima.

Los piques entre Tsukishima y Kuroo no se hicieron derogar, los de este último siendo más amistosos mientras que el rubio le lanzaba puras miradas asesinas. Los otros dos hombre miraban absortos el intercambio entre bocado y bocado, simulando las palomitas del cine, pero una serie de sonidos unificados les notificaron la llegada de un nuevo cadáver, por lo que los cuatro se apresuraron en engullir lo que les quedara en las bandejas para luego casi salir corriendo. Akaashi vio de reojo como Kuroo era parado cuando un brazo atrapó al suyo en un agarre.

Criminal Minds²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora