XXXVIII

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La manos de Hinata estaban envueltas en una fina capa de sudor, pero no tuvo mucho tiempo para quejarse internamente de ello, puesto que un fuerte frenazo por parte del autobusero lo sacó a la fuerza de sus cavilaciones. Por un momento pensó que iba a caerse - teniendo en cuenta que uno de sus pies ya no estaba pegado al suelo - pero su espalda chocó contra un muro mientras una mano lo agarró del brazo.

- ¿Estás bien?

La voz de Kageyama sonaba sincera, pero el que no quisiera que el cuerpo del más bajo se despegara de él le aclaraba sus libidinosas intenciones, y no es que quisiera quejarse. Hinata había fantaseado miles de veces compartir el viaje de vuelta a casa con Kageyama, cogiéndolo en secreto de la mano, fuera del campo de visión del resto de pasajeros. Puede que sus fantasías acabaran con ellos dos dándolo todo en la cama, pero antes de eso su imaginación se llenaba de su día-a-día con Kageyama: caminando de la mano, ir a comer juntos a un restaurante por su aniversario, ir de viaje a Brasil para casarse... ¿Se había adelantado 127 mil pasos en su mente si ni siquiera haberse dicho el primer "te quiero"? Pues sí, pero soñar es gratis.

Hinata asintió ligeramente, negándose a mirar hacia arriba para toparse con la sonrisa que muy seguramente estaría postrada en el rostro de Kageyama. Aquella acción era rara de ver en el más alto, por lo que al mostrar de vez en cuando una sonrisa en lo que quedaba del día - después de su pequeña charla en el baño - hasta sus compañeros llegaron a llamarle la atención.

- Kageyama - el mencionado saltó en su asiento, girándose para toparse con su superior Atsumu, Sakusa siguiéndolo de cerca - ¿Te encuentras bien?

- ¿Qué? Ehmm, pues... sí... ¿Por qué lo dice?

- No, es que... Has estado sonriente desde hace un par de horas, y eso no es muy propio de ti. O puede... - Atsumu posó una de sus manos para reclinarse más cerca de Kageyama - Puede que te haya pasado algo bueno con Shoyo...

- ¡¿C-como lo-?!

- Estoy al 100% seguro de que todos los de nuestro equipo saben que hay algo entre vosotros dos. Bueno, ¿Qué ha sido? ¿Te ha prometido una cena romántica? ¿Una escapadita de fin de semana? ¡Oh! ¿Es que te ha prometido probar algo nuevo en la cama?

- ¡¿Qué?! N-no...

- ¡He dado en el blanco! A ver, ¿Una nueva postura? ¿Algo de BDSM? ¿Puede que Sho haya aceptado usar lencería, eh?

Aquellas palabras habían dejado sin palabras al pobre Kageyama, en parte por las imágenes que habían creado en su mente. Su superior siguió lanzando al aire diferentes sugerencias, cada una más pervertida que la siguiente, hasta que su pareja le frenó para que Kageyama pudiera al fin responder.

- N...mos...endo...

- No te oigo, ¿Podrías repetirlo?

- Hinata y yo... No estamos saliendo.

Kageyama pronunció aquellas palabras cabizbajo, por lo que al no conseguir respuesta ante lo último dicho - el silencio por parte de Atsumu-san era también algo inusual en él - levantó el rostro curioso para toparse con la exagerada expresión de sopresa en el rubio y como los ojos de su pareja se abrían como platos.

- ¿Atsumu-san? ¿Sakusa-san?

- Ehmm, perdona Kageyama, pensaba que tú y Shoyo...

- No importa, pero creo que sus palabras me han dado ánimos para confesarle hoy mis sentimientos a Hinata.

- ¿Qué? ¿Hoy?

Con una nueva determinación, Kageyama recogió sus cosas junto a su bandeja de comida para dejarla en su lugar correspondiente, saliendo del lugar con nuevas energías, listo para acabar de una vez por todas con su jornada laboral de aquel día, dejando atrás a un confuso Atsumu.




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