Capitulo Dos

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Se levantó de su escritorio, le dolía el trasero por haber estado sentado ahí toda la tarde, sumándole a eso el dolor de su espalda provocado por dormir en el sofá

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Se levantó de su escritorio, le dolía el trasero por haber estado sentado ahí toda la tarde, sumándole a eso el dolor de su espalda provocado por dormir en el sofá.

Ni siquiera sabía que hora era, pero finalmente había terminado con su trabajo y ahora podía ir a descansar.

O darse un baño, que definitivamente le hacia falta.

Cuando salió de su oficina noto que el desorden que dejó en el sofá ahora estaba acomodado. Además de que la cocina lucia más limpia qué nunca. El no era una persona sucia ni nada por el estilo, es más hasta era la persona más limpia del universo, pero algo que no le importaba era lo estético que se pudieran ver las cosas.

El hecho de acomodar cada cosa por color con tal de hacerlo ver bonito le parecía un desperdicio de tiempo cuando podía estar haciendo cosas más importantes. Pero no negaría que se veia bien.

—Esto solo pudo ser obra de Cola de caballo...—murmuro cuando noto como los cubiertos estaban acomodados perfectamente

Miro por todos lados buscando alguna señal de ella, pero no había nada.

¿Se habrá ido? ¿Acaso la hizo enojar cuando le dijo reno y por eso se fue?.

Negó con la cabeza para abandonar esa idea. Posiblemente salió a comprar o algo así, entonces tampoco le presto tanta importancia o almenos eso intento. No perdió más el tiempo admirando la perfecta limpieza de Yaoyorozu y fue a su habitación en busca de ropa para bañarse.

Cuando entro esperaba no encontrarse con toda su habitación acomodada por color y tamaño. Aunque tampoco le molestaría que le hiciera una limpieza, le molestaría que ella viera cosas que no, como por ejemplo su ropa interior.

Para su sorpresa todo parecía estar en orden, no había movido nada además de la cama la cual estaba tendida. Y para su alivio noto unos cabellos peli azabaches atráves de la puerta de vidrio que conducía hasta el pequeño balcón.

Camino silenciosamente hasta quedar a sus espaldas.

—Boo!—grito mientras la tomaba por los hombros

Yaoyorozu dio un brinco del susto acompañado de un chillido. Lo que hizo que soltara una fuerte carcajada.

—¿Bakugo-san?...—lo miro aliviada, aliviada de que fuera Bakugo y no un fantasma secuestrador—¿Cuanto tiempo tiene ahí parado?

—Debiste ver tu cara—dijo aun riendo—pensé que ya no le tenías miedo a este tipo de ñoñerias

—Ya no... Creo—desvío la mirada avergonzada

Cuando ambos estudiaban en la universidad era sabido que Momo Yaoyorozu le tenía miedo a los fantasmas. Y el más que nadie lo sabía ya que lo comprobó.

—¿Qué haces aquí escondida?—pregunto mientras se recargaba en el balcón

No podía negar que la vista desde ahí era muy buena, como era un edificio alto no habían casas que lo cubrieran y podía ver el atardecer perfectamente.

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