Capitulo Seis

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Cuando conocío a Bakugo no le tomo ningún tipo de importancia, pues lo veia como alguien poco civilizado y vulgar.

Aunque pronto cambio toda perspectiva que tenía de él. No por que él intentará demostrarle que era diferente ya que su opinión era lo que menos le importaba a Bakugo.

Si no que todo fue provocado por un accidente.

Era otoño y todos estaban ocupados con la limpieza de la escuela pues estaba llena de hojas secas qué se habían caído de los árboles

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Era otoño y todos estaban ocupados con la limpieza de la escuela pues estaba llena de hojas secas qué se habían caído de los árboles. Afortunadamente ese era como un día libre para los estudiantes ya que recientemente había terminado la etapa de exámenes y todos sentían qué volvían a respirar luego de tanta presión.

—¡Hey Yaomomo!—la llamaron a sus espaldas—¿Puedes ir por unas escobas? Kaminari acaba de romper la última y el profesor Aizawa se niega a dejarnos ir—dijo sero apenado—piensa que nos iremos a otro lado

—Oh, claro ¿Necesitan otra cosa?—pregunto ya que el almacén estaba un poco lejos del salón

—¡Si yo te quiero pedir un favor!—grito Kirishima llamando su atención—si ves a Bakugo le puedes decir que deje de estar de vago ¡Tiene una hora sin aparecer y se supone que fue por una cubeta!

—Si me lo encuentro le haré saber su mensaje—dijo mientras se daba la vuelta para irse

—Gracias Yaomomo—escucho por última vez a Sero y Kirishima

Sin decir nada más salió del salón y emprendió su camino hasta el almacén. No estaba tan lejos, pero el trayecto de subir y bajar escaleras era un poco agotador, aunque luego de un rato te acostumbras.

Apesar de tener algo de prisa habían momentos donde se detenía para mirar la ventana y ver el cielo nublado y las plantas secas en el patio de la escuela. Definitivamente haría bastante frío en la tarde.

No le gustaba para nada el frío. Su piel siempre se ponía roja y los huesos le dolían, era extraño, pero su familia siempre había dicho que ella tenía huesos de vidrio.

¿Qué eran los huesos de vidrio? No tenía idea, pero suponía que se refería a huesos demaciado frágiles.

Pronto llego hasta el almacén y abrió la puerta, sospechosamente todo estaba demaciado oscuro entonces decidió encender la luz antes de entrar.

—¡Espera no cierres la puerta!—grito alguien a sus espaldas asustandola

Como si fuera una mala broma de una serie de televisión antigua, la puerta se cerró y quedaron ambos mirándose confindidos. Era Bakugo.

—¡Maldición!—grito frustrado

—¿Bakugo-san?—pregunto confundida, no comprendía por que su compañero se veía tan exaltado—¿Qué hace aquí? Lo están buscando

—¿Qué hago aquí? Intenta abrir la maldita puerta y verás—dijo mientras se sentaba en el suelo cruzado de brazos

—¿Qué sucede con la puerta?—pregunto mientras se acercaba hasta la puerta y intentaba abrirla

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