Cold Moon

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Minjeong no tenía idea sobre qué fue lo que Soobin hizo para hacerle perder la consciencia, recordaba fragmentos de diferentes sitios. Había más hombres, de eso estaba segura. Y en sólo un pestañeo, ya no estaba en la calidez de su habitación. Hacía frío, mucho. El viento le calaba hasta los huesos, podía escuchar el sonido de sus propios dientes chocando entre sí.

Jimin—gimió su nombre. No le gustaba sentirse vulnerable, asustada. Quería la calidez del cuerpo de la Alfa.

Su visión era borrosa, pero aún así logra distinguir el brillo de unos faros. Era un auto, negro, y Soobin la cargaba hacía el. Pero mantener los ojos abiertos se convertía en una acción imposible con cada paso del chico. Y en un parpadeo más, ya se encontraba recostada en el asiento trasero de un Jeep. El sonido del motor vibraba en sus oídos, se sentía aturdida, agobiada.

Distinguía dos figuras masculinas al volante, sabía que una de ellas se trataba de su hermanastro, pero la segunda le era desconocida. Más robusto y alto, un tatuaje en particular en el dorso de su mano en el volante brillaba levemente por la luz de la noche. Una luna llena.

—La ha marcado—dijo Soobin, parecía frustrado. Se pasaba las manos por el rostro con molestia—. Debimos hacer esto antes, ella apesta a Jimin. A este ritmo nos encontrará rápido.

—Cierra la boca—gruñó el hombre del tatuaje con ira, causando que la pelirroja se encogiera de miedo. Tiritando del frío en su corto camisón y volviendo a sí misma poco a poco—. Ese ya no es nuestro problema. La llevaremos y se acabó.

El chico lo miró incrédulo, como si no reconociera al hombre sentado a su lado por lo que acababa de decir.

—Si, y se acabó—concordó aclarando la última palabra, apuntando su dedo índice hacía él a modo de advertencia—. No la tocarás. Sé cuánto odias a Yu y a su hija. Sigue el plan.

El hombre no añadió más, y Soobin se giró en su asiento captando la atención de Minjeong, los ojos dorados escrutandolo con la mirada y abrazándose a sí misma para mantener la poca calidez en su cuerpo. Para su disgusto: el chico se quitó su propia chaqueta, a la vez colocándola sobre el cuerpo descubierto de la cazadora. Minjeong intentó apartarla con molestia, pero Soobin la sujetó con fuerza.

—¿Qué mierda haces?—reclamó el hombre.

—Oculto su olor. Tengo sangre Alfa, mi hedor es tan fuerte como el de Jimin—al escuchar la explicación de su hermanastro, Minjeong luchó aún más contra los intentos de Soobin de cubrirla—. No seas tonta Minjeong, hace un frío del carajo, y estás débil por la mordida y la droga.

Entonces si la habían drogado, pero confiar en Soobin ya no era una opción después de esto. ¿A dónde la llevaban?

—Duérmela de nuevo, o nos dará problemas todo el camino—ordenó, y el chico hizo una mueca de disgusto.

De la guantera del coche sacó un frasco similar al que ella tenía la noche pasada para dormir a Key. Su expresión cambió a una de pánico, aterrorizada por la idea de volver a estar a ciegas, de la desesperación de que sus extremidades no obedecieran a sus órdenes.

—Detén el auto.

Las llantas hicieron un sonido sordo al derrapar con la grava del camino, escucho como la puerta del copiloto se abría y cerraba con fuerza, y poco después Soobin ya estaba sobre ella en el asiento trasero. Por las luces que sobresalían desde atrás, sabía que había más autos que los seguían de cerca resguardando por sí la manada Dark Moon se hacía aparecer.

Soobin atrapó sus manos entre sus cuerpos con fuerza, y al notar que Minjeong no cooperaría en tomarse el líquido, no tuvo más opción que poner una mano en su nariz.

Luna; winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora