Gimió de dolor una vez más, retorciéndose entre las sábanas que no le brindaban el mismo aroma, la misma calidez, misma tranquilidad que su propia cama. Con Jimin.
Jimin.
Era lo que su cuerpo pedía a gritos. La cura al dolor que sentía en ese momento. Desde hace dos días estaba aquí, y la mordida no sanaba como debería hacerlo, al contrario, sin su mate, esta empeoraba.
Minjeong no permitía que alguien tocara su marca, la sentía tan íntima, simplemente impensable. Ellos intentaban parar la agonía, y a la vez, separarla de la Alfa. Querían que el dolor se volviera tan insoportable que simplemente diera el brazo a torcer, y acabar el problema de raíz. Creían que no lo sabía, pero Minjeong es mucho más inteligente que ellos.
Estaba ardiendo en fiebre, sudando, pero sentía tanto frío. Su mano había vuelto a estar atada a la cabecera en caso de que intentara escapar, como la primera noche en Cold Moon.
Jadeó. Apretando la mandíbula con fuerza para contener un grito de dolor.
Escuchó la puerta de la habitación abrirse, una chica de tez blanca entró sin titubear. Era increíble como su andar era tan sutil y propio, tenía unos espléndidos ojos negros, la observaba desde la entrada, su mirada tan hueca que le causaba escalofríos. Mantenía sus manos en su espalda, y por un segundo se permitió pensar que planeaba matarla.
—Mantén la calma, no pienso hacerte daño—tranquilizó, con un acento marcado. Y dio un par de pasos hacía la cama—. Mi nombre es Irene.
Una maldita Vampira.
"Lo que me faltaba" pensó la Cazadora.
—¿A qué has venido?—bramó con rabia—. ¿Quieres intentar quitar mi marca? Adelante, a ver si lo logras—retó.
La morena negó divertida, acercándose a ella, y tomando asiento a su lado.
—He traído algo—detrás de ella, sacó una taza de té, y un par de trapos húmedos—. No le permiten a ningún licántropo aquí acercarse a tu habitación. ¿Pero sabes? Yo no soy uno.
—No me digas—dijo Minjeong sarcástica, gimiendo bajo por el dolor—. Estoy bien.
—Cariño, ¿a quién quieres engañar? Sé que te trajeron aquí la misma noche en que tu mate te marcó, y si dentro de una semana ella no te encuentra, creo que sabes de quién será el funeral.
El miedo cruzó la mirada de la pelirroja, mirando aterrorizada a un punto fijo en la nada. Jimin moriría. Podía sentir como las lágrimas recorrían sus mejillas, dejando un camino salado a su paso. Irónico, por tan amarga verdad.
—¿Por qué me duele tanto?
—Esta es la primera etapa de la separación—explicó más tranquila, empezando a colocar los paños húmedos en la frente de la chica y entregándole la taza de té—. Al momento de ser mordida por una Alfa, ésta inyecta algunos genes en tu cuerpo. Todo será tan doloroso hasta que llegue el final de la semana, es cuando entras en celo.
—¿En celo?—rió divertida—. ¿Ahora soy una perra en celo? No me vengas con tonterías, eso es imposible.
—Como te he dicho, sí tu Alfa no llega para entonces, posiblemente desprendas un aroma que provocará que cualquier licántropo venga por ti. Y eso terminará por matar a tu mate.
—¿Qué quieren lograr separándome de Jimin? ¿Matarla?
Irene se encogió de hombros.
—Sólo ahorrarte estos días de dolor, supongo—suspiró—. Ten cuidado, no todos aquí son lo que aparentan.
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Luna; winrina
Fiksi Penggemar-Mate- la escuchó murmurar, casi en un ronroneo. Por su tono de voz, apostaba a que tenía una gran sonrisa en el rostro. -Mía. 🔹 adaptación, todos los derechos reservados a su autora original.