Prólogo.

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🌷 . . . ¡¿Titán?! ¡Qué nombre más genial! ¡Yo quiero ir al cumpleaños de Titán! ★ 

Stella, princesa de las hadas, era adorada por todos y temida por aquellos que se atrevían a pensar en contrariarla. ¡Porque, seamos sinceros! ¿Quién en su sano juicio osaría desafiar a la pequeña joya del Rey Hada? Si alguien, por un capricho del destino, se atreviera a desafiar esa armonía perfecta y Stella llegará a enterarse, lo que seguiría sería una muerte súbita para esa pobre alma y quizás para todo su linaje.

Y eso, siendo benévolos.

Pero como todos prefieren mantener la paz y evitar ver una lágrima rodar por las mejillas de la princesita, jamás sabremos cuál sería el verdadero alcance de la furia del rey. Y así, la dulce Stella continúa su vida, inocente y encantadora, extendiendo su amor incluso a los insectos que la rodean cada mañana, saludándolos con una sonrisa tan cálida como el sol que acaricia el bosque del Rey Hada.

Porque Stella, la pequeña de cabellos dorados, vive en un mundo de pétalos y felicidad, envuelta en la seguridad del vasto bosque. Su ingenuidad, forjada por la sobreprotección de su padre y el desconocimiento de lo que yace más allá de su reino, la mantienen aislada de los peligros. Nunca cuestionó las advertencias de su padre ni la regla principal de no aventurarse fuera de los límites.

Sin embargo, algo dentro de Stella comienza a despertar. Una chispa de curiosidad que antes no existía. ¿Qué hay más allá de los árboles que conoce tan bien? ¿Qué secretos esconde el mundo exterior que tanto la han protegido de ver?

Y aquella chispa de rebeldía comenzó a forjarse en el instante en que su primo Lancelot le habló sobre el cumpleaños de cierto principito al que nunca había conocido.


(...)

Lancelot y Stella se encontraban en algún rincón del inmenso bosque. La rubia, sentada en el pasto, dibujaba flores con total concentración, mientras el chico entrenaba con su lanza, como solían hacer todos los días. Era lo habitual, nada fuera de la rutina, hasta que el menor decidió romper el silencio.

"Oye, ¿irás a Liones la próxima semana?" preguntó Lancelot, sentándose frente a su prima para tomar un ligero descanso.

La reacción de Stella fue simplemente sonreír y ladear la cabeza, como si no hubiera entendido del todo la pregunta. ¿Había algo en Liones? Y si lo había, ¿por qué tendría que ir? En sus diez años de vida, jamás había salido de su reino, así que su mente infantil solo le ofrecía una respuesta lógica: ella probablemente no iría a Liones ni la próxima semana, ni el siguiente mes, ni probablemente nunca.

"Eh... ¿no?" respondió la menor, en un tono que hizo que Lancelot se replanteara si realmente era sano ese encierro. "¿Tú sí vas, Lance? ¿Por qué? ¿Hay algo importante?"

El chico pasó su mano por la nuca antes de responder. "No realmente, solo es el cumpleaños de... ¿Tristan? ¿Tatan? ¿Trastin? ¿O se llamaba Titán?" Lancelot se llevó una mano a la barbilla, tratando de recordar el nombre del dichoso cumpleañero.

"¡¿Titán?! ¡Qué nombre más genial! ¡Yo quiero ir al cumpleaños de Titán!"

Ese pequeño error desencadenó el mayor temor del padre de Stella: el deseo de su hija de explorar el exterior.

"Sí... ese mismo," aseguró Lancelot, desviando la mirada, consciente de su olvido. "¿Entonces sí vas a ir? Por lo que sé, todos los Pecados están invitados, así que tus papás estarán allí. Podrías pedirles que te lleven."

Stella estuvo a punto de decir que sí, entusiasmada con la idea que su primo y mejor amigo (el único, de hecho) había sugerido. Pero la cruel realidad la golpeó de repente. Su padre odiaba el exterior, al menos cuando se trataba de su hija en ese entorno.

"No creo que me dejen..." murmuró la menor, mientras una aura morada la envolvía, sus ojos en blanco y la mirada perdida, evitando cruzarse con la de Lancelot.

"¿Por qué no? Nunca has salido de este bendito bosque. Seguro que estás aburridísima de ver lo mismo todos los días."

Stella negó con la cabeza rápidamente. "¡No, nada que ver! ¡Es muy divertido estar aquí, Lance, de verdad!"

Lancelot levantó una ceja, incrédulo ante la respuesta de su prima. "Solo hay árboles y más árboles, ¿dónde está la diversión...? Stella, te he visto dibujar la misma flor todos los días durante meses. Eso no suena muy divertido para mí."

La rubia frunció el ceño, algo a la defensiva. "¡Pero a mí me gusta! Además, hay más cosas que hacer aquí. Como... bueno, ¡hablar con las ardillas!"

Lancelot soltó una carcajada, casi ahogada. "¿Las ardillas? ¡Vamos, Stella! No me digas que nunca te has preguntado cómo es el mundo allá afuera. Hay tantas cosas por descubrir, tantas aventuras que podríamos vivir juntos. No puedes pasar toda tu vida en este bosque."

Stella lo miró, dudosa. Había algo en el tono de su primo, en la manera en que describía el mundo exterior, que despertaba una extraña curiosidad en su interior. Pero la voz de su padre resonaba en su mente, advirtiéndole de los peligros, recordándole que fuera de su reino no había seguridad, no había paz. Solo incertidumbre.

"Mi padre dice que el mundo exterior es peligroso," murmuró, casi como si intentara convencerse a sí misma. "Que hay cosas que no entendería y... y que es mejor quedarse aquí, donde estoy a salvo."

Lancelot la observó con una mezcla de comprensión y frustración. "Lo sé, boba. Pero no puedes vivir toda tu vida en una burbuja. A veces, hay que arriesgarse un poco para descubrir cosas nuevas. Y no lo digo solo por lo de ahora, sino porque nunca te he visto salir de este bendito bosque. ¿De verdad quieres vivir toda tu vida así? Porque si no sales del nido ahora, probablemente no lo harás nunca."

"Pero... ¿y si algo sale mal? Mertyl siempre me dice que no refute a mi papá... ¿Y si me pierdo o... o si no les gusta que esté allí?"

Lancelot se inclinó hacia ella, su expresión más seria que nunca. "Nada va a salir mal, Stell. Estaré contigo todo el tiempo. Y en cuanto a los demás, seguro que les encantará conocerte. Después de todo, eres la princesa de las hadas. ¿Quién en su sano juicio no querría tenerte en una fiesta? Serían idiotas si así fuera."

"¡La boca!"

"Lo que quiero decir es que eres genial, boba, y si quieres, le puedo pedir a mi madre que hable con tus papás. Seguro aceptarán con las palabras adecuadas."

Stella bajó la mirada, jugueteando con un mechón de su cabello dorado. La idea de salir, de explorar, de conocer a nuevas personas y lugares... Era tentadora, pero también aterradora. No obstante, algo en su interior le decía que Lancelot tenía razón. No podía quedarse en el bosque para siempre.

"Está bien... yo... ¡Yo haré todo lo posible para ir a la fiesta de Titán y hacerme súper amiga de él!"

Lancelot solo sonrió como respuesta.

Y así, sin que ninguno de los dos lo supiera, el destino comenzaba a tejer una nueva historia, una en la que Stella, la princesa de las hadas, dejaría atrás su mundo seguro para enfrentarse a lo desconocido. Una historia que la llevaría a cruzarse con el joven príncipe de Liones, Tristan, y a descubrir que el mundo exterior era mucho más vasto y emocionante de lo que jamás había imaginado.

Daylight ♡ Tristan LionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora