9.- Devil Never Cry.

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Redgrave City.

O al menos lo que quedaba de ella.

Después de un gran terremoto, el gobierno de los Nuevos Estados Unidos consideró el daño causado a las viviendas irreparable, prefiriendo mudar a sus residentes a otras partes del país, siendo esto más barato que reconstruir la pequeña ciudad desde cero, que dicho sea de paso, se estaba quedando atrás en cuestiones tecnológicas, así que, fue un ganar-ganar.

Actualmente, era una zona en ruinas, algunas casas abandonadas estaban en mejor estado que otras, pero, definitivamente estaban en un estado inservible, y a menos de que hayas vivido aquí antes o lo visitaras en el pasado, no había forma de que supieras de su ubicación.

Así que, era una sorpresa ver a alguien caminando por esas desoladas calles.

Dante caminaba a paso lento por la que alguna vez fue su ciudad natal, reconociendo algunos viejos negocios, la tienda en donde solía comprar dulces, o aquella en donde compraba sus video juegos favoritos, o simplemente el parque donde solía pasar el tiempo con su... bueno, ya saben con quien.

Sus pasos resonaban en el asfalto, siendo probablemente el primer sonido que alguna persona había causado en esa locación desde hacía años.

Lentamente subía cada vez más y más a terreno más elevado, dejando ver que en lo alto de una pequeña montaña había una gran casa, casi mansión, pero, como todo lo demás en el pueblo, gran parte de esta estaba hecha pedazos, y la naturaleza trataba de recuperar lo que alguna vez fue suyo.

Sus manos se apretaron levemente en puños, sintió un leve dolor en el corazon, pero no paro su avance, sabía que no era debido a una enfermedad, era algo más psicológico.

Finalmente, se detuvo en la entrada, la cual estaba derrumbada, junto a una inexistente puerta, dejando ver la sala de entrada de la casa, en la cual, en la pared de enfrente, había una pintura colgada, una familia...

Un hombre podía distinguirse, pero el pasar del tiempo y las malas condiciones de los alrededores borro su rostro, de todos modos, sentada en una silla al lado de aquel hombre había una mujer hermosa, cabello rubio junto a algunas ropas elegantes, y a cada lado de ella, dos niños de la misma estatura, de pelo blanco, cargando un amuleto en sus cuellos, todos posando perfectamente para aquella pintura.

-Mamá... Papá... estoy en casa, Vergil no pudo venir, tal vez para la proxima.- Dante hablo con una voz alta, pero a la vez con una pizca de vulnerabilidad que no pudo evitar dejar salir, sus palabras haciendo un leve eco en la edificación.

No queriendo empezar a divagar tanto en el pasado, soltó un suspiro, dirigiéndose hacia las escaleras, comenzando a subir, y sorprendentemente aguantaron su peso, cada rechinar de la madera traía unos pocos recuerdos, que atesoraba algunos cuantos segundos antes de seguir adelante.

Llegando a la segunda planta de su antiguo hogar, su vista se poso en una puerta en especifico, su antigua habitación... negando con la cabeza, siguió con su objetivo original.

Caminando un poco, hasta llegar a otra habitación, simplemente derrumbó la puerta, encontrándose con una sala que hace unos años atrás debió de ser un cuarto bastante refinado, con libros de papel en algunas repisas, que obviamente estaban llenas de polvo, y para este punto debían de ser ilegibles.

¿Sabes lo malditamente raro que es ver papel en el 2077?

De todos modos, aquí estaba, el antiguo estudio de su padre.

-Y pensar que pasabas horas encerrado aquí, viejo... me aterraba entrar a este lugar y que te enojaras.- Dante murmuro, caminando cerca de las paredes, golpeándolas levemente con sus nudillos para escuchar el sonido que estas producían.

A Devil in ChromeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora