𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍 | Principio que define esos amores que nacieron predestinados.
Historia participante en los Premios Gemas Perdidas 2024.
Portada realizada por @sammatown.
« actualizaciones: nuevo capítulo los miércoles y los domingos. »
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APROVECHÓ LA MAÑANA LIBRE QUE tenía para dormir hasta tarde. No tenía patrullaje hasta por la noche, aunque tendría que hacerla entera por haberse ido el día anterior a pasarlo con los Cullen —era algo que había acordado con Sam y la manada, de modo que así repartía su tiempo de la misma manera con ambos grupos de personas, es decir, sus hermanos y manada, y su familia política, junto a su alma gemela y su impronta—.
Estiró sus extremidades una vez abrió sus ojos, notando como su cuerpo empezaba a activarse de poco a poco. Se dirigió a la ducha, dejando que el agua cayese por su cuerpo, relajando sus músculos, y también se lavó el pelo. Al salir del baño, volvió a su habitación y se puso ropa limpia, optando por unos leggins de yoga y un top que dejaba mucho a la imaginación. Unas zapatillas y listo, pues tampoco tenía ninguna intención de ir a Forks. Al menos, no hoy.
Como de costumbre, caminó hasta la casa de Sam y Emily, que más bien era la casa de la manada, como quién decía. Y es que todos tenían su rol ahí. Un rol muy característico, en realidad.
Emily les cocinaba, pero también les regañaba cuando se peleaban por tonterías. A su vez, era una buena consejera. Y la persona que unía a todas las improntas.
Sam era el alfa, obviamente, pero a su vez era como un padre para los miembros nuevos de la manada. Actuaba muy sobreprotector con ellos, teniendo en cuenta que cada vez eran más jóvenes.
Paul fue el primer beta que tuvo, transformándose únicamente una semana más tarde que él. Sin lugar a dudas, su rol en la manada era ser el más molesto, el que tenía más problemas de control sobre su ira pero, por sobre de todo, por ser el bromista. Cuando realmente conocías a Lahote, entendías su humor y todos sus chistes. Siempre conseguía sacarles una sonrisa, incluso en sus momentos más tristes.
Le seguía Jared. Jared era el mejor amigo que alguien puede tener. A pesar que podía ser bromista y no tomarse las cosas en serio, la verdad era quien más cercano era a los miembros de la manada. Fue el segundo beta.
Embry Call. Fue el primero del trio de idiotas en unirse. Puede parecer el más tímido pero, en el fondo, es el que más guerra da. También quien comienza todas las peleas en la casa y el más regañado por Emily. Aunque no quiera admitirlo, es muy probable que tenga cierto temor hacia la prometida del alfa.
El más cabezota es, sin duda, Jacob. Él es quien debería ser el alfa, si contaban con la opinión de Agatha. Al fin de cuentas, ella se aseguró de aprenderse todas las historias que los Quileute escondían y supo, desde el primer momento, que el Black sería parte de la manada. Más, él era el tataranieto de Ephraim Black, el último alfa antes de la desaparición, por décadas, de la manada de metamorfos. Ser descendiente directo de un alfa te convertía en un alfa, pero el más pequeño de los Black no quiere esa responsabilidad. Suficiente tiene con aceptar lo que es.
