La Partida del Principe

10 5 1
                                    


Jon se miró al espejo, resplandeciente en su nueva armadura. El peso del legado que llevaba sobre sus hombros era palpable, pero también lo era la emoción de la aventura que se avecinaba. Con un profundo suspiro, se ajustó la espada a la cintura, sintiendo el frío metal contra su piel. Era un arma forjada por los dioses, pero también una conexión tangible con su pasado y su futuro.
La ceremonia fue sencilla pero solemne. Las amazonas, vestidas con túnicas blancas, formaron un círculo alrededor de Jon. Hipólita, su abuela, se adelantó, su rostro surcado por las arrugas de sabiduría. Levantó la mano, y una luz dorada envolvió a Jon, bañándolo en una cálida energía.
"Jon, hijo mío," comenzó Hipólita, su voz resonando con una fuerza serena. "Hoy, te convertiste en un guerrero, un defensor de los débiles y un guardián de la justicia. Llevas en ti la sangre de dioses y la fuerza de los mortales. Pero recuerda, el mayor poder reside en tu corazón. Utiliza tus habilidades para el bien, pero no te olvides de la compasión que te define."
Hipólita sacó de su cuello un pequeño amuleto de oro, adornado con una pequeña águila. "Este amuleto te traerá buena suerte, Jon. Y recuerda, aunque estés lejos, nunca estarás solo. Zeus siempre vela por ti." Además, le entregó un pequeño dispositivo, similar a un reloj, pero con símbolos antiguos grabados. "Este comunicador te permitirá contactarnos en cualquier momento. Úsalo sabiamente."
Jon tomó el amuleto y el comunicador, sintiendo una oleada de emociones. Se acercó a Hipólita y la abrazó con fuerza. "Gracias, abuela. Lo haré."
La despedida en el muelle fue breve pero emotiva. Jon se subió a un pequeño bote y se alejó de la isla, mirando hacia atrás mientras Themyscira se desvanecía en el horizonte. Un ligero temor se apoderó de él al pensar en lo desconocido que le esperaba. Pero al mirar hacia el cielo, vio una águila que lo seguía de cerca. Sintió una conexión profunda con el ave, como si Zeus le estuviera enviando un mensaje de apoyo.
Con la puesta de sol tiñendo el cielo de tonos rojizos y dorados, Jon empuñó la espada y la levantó hacia el cielo. "Aquí voy," murmuró, su voz llevada por el viento. Y así, el joven príncipe de Themyscira se adentró en el vasto océano, listo para enfrentar los desafíos que le aguardaban.

El Guerrero de dos mundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora