El Príncipe y el Pequeño Planeta

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Parte 2

Jon se había convertido en una figura familiar en las calles de la ciudad. Los niños lo veían como un amigo, un protector y una fuente inagotable de historias. Mientras tanto, él seguía buscando información sobre cómo llegar a los Alpes chinos. Preguntaba a los transeúntes, a los comerciantes, a los bibliotecarios... pero nadie parecía saber dónde quedaba ese lugar.
Un día, mientras paseaba por el puerto, Jon conoció a un viejo marinero. El hombre, con su piel curtida por el sol y sus ojos llenos de historias, escuchó atentamente a Jon.
-Los Alpes chinos, ¿eh? -murmuró el marinero, rascándose la barba-. Nunca he oído hablar de ese lugar. Pero si quieres encontrar un lugar perdido, necesitas un mapa.
El marinero le entregó a Jon un viejo mapa náutico. Era un mapa antiguo, con tinta descolorida y símbolos que Jon no entendía. Pero el marinero le aseguró que con un poco de paciencia, podría encontrar lo que buscaba.
Con el mapa en mano, Jon comenzó a explorar la ciudad con más determinación. Visitó librerías antiguas, museos marítimos y universidades. En cada lugar, preguntaba por los Alpes chinos, pero siempre recibía la misma respuesta: nadie sabía dónde estaban.
Sin embargo, Jon no se desanimó. Mientras buscaba, seguía ayudando a las personas que encontraba en su camino. Reparó una bicicleta para un niño, rescató a un gato de un árbol y ayudó a una anciana a cruzar la calle. Con cada buena acción, Jon se sentía más cerca de su objetivo.
Un día, mientras caminaba por un parque, se encontró con un grupo de estudiantes universitarios. Uno de ellos, un joven con gafas y una mochila llena de libros, se mostró interesado en la historia de Jon.
"Los Alpes chinos, ¿eh? Nunca he oído hablar de ese lugar. Pero si quieres llegar a China, tienes que tomar un barco hasta Francia y luego tomar un avión hasta china
"Un avión, ¿eh? Bueno, imagínate un pájaro gigante hecho de metal. Vuela muy alto en el cielo y puede llevar a mucha gente a lugares muy lejanos en poco tiempo. Es como un barco, pero que vuela."
El estudiante se ríe ante la cara de asombro de Jon. "Nunca has visto un avión. ¡Son increíbles! Son como grandes autobuses que vuelan por el cielo."
Jon se queda pensando. Un pájaro gigante de metal... ¡Qué idea más asombrosa! "Y... ¿cómo se sube a ese pájaro?" pregunta, con los ojos muy abiertos.
"¡Por una escalera! ¡Y luego te sientas en un asiento cómodo y miras por la ventana mientras el avión despega!"
Jon se imagina volando por encima de las nubes, viendo el mundo desde arriba. ¡Qué aventura sería esa! Pero todavía tiene muchas preguntas. "¿Y cómo hace para volar tan alto? ¿Y no tiene miedo de caerse?"
El estudiante sonríe. "Es gracias a unos motores muy potentes y a las alas. Y no, no tiene miedo de caerse porque está diseñado para volar. Es muy seguro."
Las palabras del estudiante resonaron en la mente de Jon. ¡Francia! Era un nombre que había escuchado en alguna de las historias que le contaba su abuela. Con un nuevo objetivo en mente, Jon se despidió del estudiante y comenzó a investigar cómo llegar a Francia.
Los días siguientes fueron una mezcla de emoción y frustración. Jon buscaba trabajo para reunir dinero para el pasaje, pero sus habilidades de guerrero no eran muy útiles en el mundo moderno. Finalmente, encontró un trabajo en un restaurante, lavando platos. Era un trabajo duro, pero le permitía ahorrar dinero y conocer a gente nueva.
Un día, mientras trabajaba, escuchó a un grupo de marineros hablando sobre un barco que zarparía hacia Francia en unos pocos días. Se acercó a ellos y les preguntó si podía trabajar a bordo a cambio de pasaje. Los marineros, impresionados por su fuerza y su determinación, aceptaron.
Así, Jon se encontró navegando por el mar Mediterráneo, rumbo a Francia. Durante el viaje, observaba el horizonte con una mezcla de asombro y nostalgia. Recordaba las historias que le contaba su abuela sobre el mar, y se sentía conectado con su pasado.

El Guerrero de dos mundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora