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Minho estaba intentando ordenar sus pensamientos mientras bajaban del auto. Su resolución estaba casi tomada: era mejor para ambos dejar ese beso atrás y continuar como hasta ahora. No podían permitirse más confusiones ni poner en riesgo la dinámica que habían construido. Sin embargo, la determinación de Minho temblaba cada vez que notaba las miradas tímidas que Felix le lanzaba. Había algo en esos ojos que lo desarmaba, pero no podía permitir que ese sentimiento nublara su juicio.
Mientras caminaban por la cochera hacia el ascensor, Felix se detuvo de repente. Había estado en silencio todo el trayecto, pero ahora parecía que no podía esperar más. "Minho, tenemos que hablar sobre lo que pasó. No puedes simplemente seguir como si nada hubiera ocurrido. Yo... necesito saber qué piensas".
Minho sintió que su pecho se apretaba al ver la incertidumbre en los ojos de Felix. Quería ser sincero, quería decirle que lo mejor sería olvidar lo que había pasado, pero las palabras se atragantaban en su garganta. Estaba a punto de hablar cuando algo captó su atención por el rabillo del ojo. Una sombra, un movimiento furtivo detrás de un poste. Todo su entrenamiento y sus instintos se activaron al instante.
Sin decir una palabra, Minho soltó un brusco —Quédate aquí. —y salió corriendo detrás de la figura extraña. El tipo, al notar que lo habían descubierto, también salió disparado. El sonido de los pasos resonaba en la cochera, y Minho no perdió tiempo en seguirlo, su cuerpo moviéndose con agilidad entre los autos estacionados. Mientras corría, Minho echó un vistazo rápido hacia Felix, quien lo miraba con preocupación, pero se quedó en su lugar como le habían ordenado.
El hombre al que perseguía tenía movimientos torpes, como si no estuviera acostumbrado a una persecución, y Minho lo notó de inmediato. Era cuestión de tiempo antes de que lo alcanzara. Aun así, algo dentro de él lo hacía preguntarse qué hacía allí y por qué estaba observándolos en primer lugar. Cada vez que parecía que iba a perderlo de vista, Minho aceleraba, ignorando el frío del concreto bajo sus pies y concentrándose solo en acortar la distancia.
Finalmente, el tipo tropezó con una tapa de alcantarilla y casi cae. Fue la apertura que Minho necesitaba. En un par de zancadas más, logró alcanzarlo y lo sujetó por el cuello de la chaqueta, tirándolo con fuerza hacia atrás. El hombre se giró, jadeando de miedo, sus ojos dilatados por el pánico.
—¿Quién eres y qué estabas haciendo? —gruñó Minho, presionándolo contra la pared. Su voz tenía ese tono autoritario que adquiría cuando estaba en modo protector, la faceta de él que Felix rara vez veía en toda su crudeza. El hombre no dijo nada al principio, solo temblaba mientras trataba de zafarse, pero Minho no le daba ni un centímetro.
Mientras tanto, Felix se acercaba corriendo, la preocupación evidente en su rostro. Estaba a unos metros de ellos cuando el tipo finalmente habló. —No... no quería problemas, lo juro. Solo estaba... solo quería una foto...
