cinco

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Minho pensaba que el día no podía empeorar, pero se equivocaba. Después de lo que parecieron ser horas interminables de pruebas de ropa, Felix finalmente decidió quedarse con un simple suéter celeste. ¡Un suéter celeste! Minho estuvo a punto de tirarse al suelo y llorar de frustración. La situación no le parecía justa en absoluto; después de haber cargado con una montaña de ropa que, en su mayoría, nunca llegó a ver la luz del día, Felix se conformó con una prenda que podría haber elegido en los primeros cinco minutos.

—Deja de ser dramático, Minho —le había dicho Felix con un tono juguetón, como si no fuera el rey del drama en la tienda.

Minho solo pudo gruñir en respuesta, sintiendo que todo su día había sido un ejercicio de paciencia. Después del tortuoso maratón de compras, Minho pensó que finalmente se dirigían a casa. Pero, como siempre, Felix tenía otros planes.

—Me apetece sushi —anunció Felix de repente, con la misma naturalidad con la que alguien podría decir que tiene sed.

Minho casi se atraganta con su propio suspiro. —¿No podemos simplemente volver a casa?

—Es solo un rápido desvío —respondió Felix con una sonrisa inocente que Minho sabía que no era tan inocente. —Además, hace tanto tiempo que no hago cosas normales, como ir a una tienda pequeña y pedir sushi. Vamos, no seas tan cascarrabias.

Minho no pudo resistirse, aunque le habría gustado. Algo en la mirada de Felix, una mezcla de nostalgia y genuina emoción por algo tan simple, lo hizo ceder.

—Está bien —murmuró, aunque su tono dejaba claro que lo hacía a regañadientes.

El lugar que Felix eligió era una tienda pequeña y acogedora, de esas que parecen sacadas de otra época. Estaba casi vacía, con solo una anciana detrás del mostrador, atendiendo con una sonrisa cálida y calmada. Minho no esperaba que Felix fuera capaz de adaptarse a un ambiente tan sencillo, pero se sorprendió al ver cómo lo hacía sin esfuerzo.

—Buenas tardes —saludó Felix con una cordialidad que Minho ni siquiera sabía que poseía. Había algo en su tono, en su postura, que lo hacía parecer más humano, más real.

La anciana sonrió con dulzura y respondió al saludo de Felix con igual calidez. —Buenas tardes, joven. ¿En qué puedo ayudarles?

Minho observó la interacción con una mezcla de sorpresa y algo parecido a la admiración. Felix se desenvolvía con una cortesía que no mostraba a menudo, pidiendo su sushi favorito como si fuera un cliente habitual del lugar.

—Me encanta este lugar —comentó Felix, mirando alrededor con una sonrisa que parecía genuina. —Es tan tranquilo.

Minho asintió distraído, aún tratando de procesar este nuevo lado de Felix. —No te hacía el tipo para estos sitios.

  𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗚𝘂𝗮𝗿𝗱⇉minlix ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora