diez

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Minho estaba en la cocina, concentrado en cortar las verduras para la cena. El sonido rítmico del cuchillo sobre la tabla de madera era lo único que lo mantenía distraído, aunque no podía evitar lanzar miradas furtivas hacia el sofá, donde Felix estaba recostado, con las piernas cruzadas y una sonrisa traviesa en el rostro. Cada tanto, se escuchaba una risita ahogada que hacía que a Minho se le tensaran los hombros. No ayudaba en absoluto que Felix se viera tan cómodo y despreocupado mientras Minho intentaba no cortar los vegetales de manera agresiva.

—¿De qué te ríes tanto? —preguntó Minho sin poder contenerse, su tono más ácido de lo que pretendía.

Felix ni siquiera levantó la vista. —Nada que te importe —respondió con un aire de indiferencia, sin dejar de deslizar el dedo por la pantalla de su teléfono.

Minho sintió que se le revolvía el estómago. ¿Qué demonios estaba mirando? El sonido de las risas suaves de Felix lo ponía nervioso. No era una reacción lógica, pero tampoco podía evitarlo. Su cabeza empezaba a llenarse de posibilidades: ¿acaso estaba coqueteando con alguien? ¿Era algún fan enviándole mensajes? ¿O tal vez era esa gente extraña con la que a veces se juntaba en las fiestas?

Sin poder contenerse, Minho dejó el cuchillo y se acercó al sofá, cruzando los brazos mientras miraba a Felix con el ceño fruncido. —¿Te estás mensajeando con alguien?

Felix, sin siquiera molestarse en levantar la cabeza, solo sonrió de lado, su tono cargado de burla. —No veo cómo eso sea de tu incumbencia, viejo amargado.

Minho apretó los dientes. —Es de mi incumbencia si estás haciendo cosas que podrían ponerte en peligro. Sabes que siempre hay gente buscando acercarse a ti por malas razones.”

Felix finalmente levantó la vista, mirándolo con esa expresión de superioridad que tanto le irritaba. —Oh, claro. Porque me estás cuidando por puro altruismo, ¿no? No porque estás celoso como un adolescente.

El comentario hizo que a Minho se le encendieran las mejillas, aunque no estaba dispuesto a admitirlo. —No estoy celoso. Estoy haciendo mi trabajo, que es mantenerte a salvo.

Felix se levantó del sofá con esa gracia casi arrogante que solo él podía tener, y se acercó con pasos lentos. —Mmm… ¿seguro? Porque parece más que solo estás resentido de que alguien más esté logrando sacar una sonrisa en mi cara. —Se inclinó un poco hacia Minho, como si le fuera a revelar un secreto. —Pero para tu información, no es nada que tú puedas controlar, así que te sugiero que vuelvas a tus zanahorias antes de que se te quemen.

Minho resopló, tratando de mantenerse firme. —¿Ah sí? Bueno, si sigues actuando como un mocoso malcriado, tal vez me largue y te deje cocinar solo.

Felix alzó una ceja, claramente divertido. —Dale, viejo gruñón. No necesitas excusas para hacer lo que llevas semanas queriendo hacer.

Minho sintió una mezcla de irritación y… algo más que no lograba identificar. Pero antes de que pudiera responder, Felix volvió a sentarse en el sofá y retomó su teléfono, como si la conversación no hubiera sido más que un simple desvío. Eso, más que cualquier otra cosa, lo sacaba de quicio. Era como si Felix supiera exactamente cómo llevarlo al límite y disfrutar cada segundo de ello.

  𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗚𝘂𝗮𝗿𝗱⇉minlix ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora