veintiuno

134 16 0
                                    

»

»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

»

Felix estaba arriba de Minho, besándolo con necesidad insistente mientras las manos del mayor guiaban el movimiento de sus caderas con una urgencia casi absurda. Su pene duro por los movimientos circulares y deliciosamente lentos del rubio. Se separaron en busca de aire, y Felix aprovechó para aumentar la velocidad de sus movimientos, disfrutando de los gemidos de Minho. Había algo en la forma que él le demostraba su deseo, en sus ruidos necesitados que lo exitaba a niveles que no sabía eran posibles.

A diferencia de las últimas veces, ahora tenía el control sobre la situación, y eso le encantaba. Su personalidad floreciendo como una rosa en primavera. Minho tenía los ojos cerrados, suspirando de vez en cuando y se aferraba a sus muslos con manos fuertes, dejando marcas rojizas tras su tacto. No sabía en qué momento del desesperado beso de reencuentro las prendas habían desaparecido, pero ahora era una un gran punto a favor.

Felix mordió su labio al sentir el palpitar del miembro de su amante, húmedo por el líquido pre seminal, caliente y dispuesto a darle ese placer que tanto deseaba. Felix se levantó sobre sus rodillas, alineando el pene a su entrada. Minho intentó detenerlo, usando toda su fuerza de voluntad.

—Debes dejar de hacer eso, —dijo Minho, practicamente gruñendo. Felix casi se deshace ante la imagen de sus pupilas dilatadas. —te harás daño.

Felix gimió cuando la hinchada punta lo abrió deliciosamente lento. —¿Sabes cómo pasaba mis noches en tu ausencia, Minho? —jadeó, hechando la cabeza hacia atrás.

Minho preguntó, sujetando las suaves nalgas del chico con fuerza. —¿Qué hacías, pequeño? —inquirió con un jadeo ahogado, su voz teñida con una arrogancia que apenas pudo disimular. Aunque momentos atrás se había sentido como la persona más miserable del mundo, ahora, frente a Felix, ese peso parecía desvanecerse. La máscara de seguridad que se había forjado volvía a colocarse en su lugar, permitiéndole retomar algo de control sobre la situación.

—Usaba mis dedos —gimió, sintiéndose pleno mientras bajaba poco a poco. —Pero no estaba satisfecho, así que me compré un juguete.

Minho jadeó, —¿Me reemplazaste por un plástico? —sin previo aviso, Minho elevó su pelvis, penetrando al chico por completo. Felix dejo escapar un grito ahogado, abriendo su linda boquita con sorpresa y placer. —¿Y se sintió igual de bien?

Felix negó, sus ojos llenos de lágrimas. —No, no…

Minho repitió el movimiento, esta vez con una intensidad casi brutal, deleitándose en cada gemido entrecortado que escapaba de los labios de Felix. Lo hacía una y otra vez, saboreando la manera en que Felix se desmoronaba lentamente en sus brazos, completamente entregado.

Cada reacción de Felix, cada gemido y cada sollozo, alimentaba el deseo de Minho de follarlo aún más intenso, de hacer que ese momento fuera eterno. Sus manos exploraban el cuerpo de Felix con urgencia y adoración, mientras sus labios se movían por su piel, dejando un rastro de besos ardientes y mordiscos que parecían marcarlo como suyo. Que lo reclamaban suyo.

  𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗚𝘂𝗮𝗿𝗱⇉minlix ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora