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Una semana había pasado desde que Minho comenzó su trabajo en SpearB Entertainment, y ya estaba reconsiderando si aquel trabajo realmente valía la pena. Cuidar de Felix resultaba ser mucho más complicado de lo que había imaginado. Había trabajado en situaciones peligrosas, enfrentado misiones de alto riesgo, pero nada lo había preparado para lidiar con un joven como Felix.
Desde el primer día, Felix no había dejado de poner a prueba su paciencia. Minho se encontraba atrapado en situaciones que habrían sido cómicas si no fueran tan exasperantes. Como aquella vez cuando Felix decidió, sin previo aviso, salir corriendo de un evento al que asistían cientos de fans, obligándolo a abrirse paso entre una multitud enloquecida que casi lo aplasta, solo para que Felix pudiera comprar un café en una tienda local que “tenía el mejor latte de la ciudad”. O el día en que, cansado de la monotonía, Felix insistió en colarse en una tienda de discos de segunda mano, disfrazado de forma tan obvia que Minho se preguntó si el joven realmente creía que una gorra y gafas de sol serían suficientes para no ser reconocido.
Por supuesto, no todo era caos. Había momentos en los que Felix demostraba ser más consciente de lo que aparentaba. Pero esos momentos eran breves, rápidamente oscurecidos por su comportamiento impulsivo. Minho se había convertido en su sombra, y a pesar de sus constantes esfuerzos por mantener las cosas bajo control, Felix encontraba maneras de complicar hasta la más simple de las tareas.
Lo que más sorprendía a Minho era la cantidad de personas que adoraban a Felix. Dondequiera que iban, había multitudes que gritaban su nombre, que lo seguían como si fuera el centro de sus universos. Era desconcertante ver a tanta gente dispuesta a hacer lo que fuera por una sonrisa de Felix, por un gesto que podrían capturar en sus teléfonos y guardar para siempre.
Felix, por su parte, parecía disfrutar de la atención, aunque a veces, cuando creía que Minho no lo estaba mirando, Minho captaba un atisbo de agotamiento en sus ojos. Pero eso solo duraba un instante, antes de que Felix volviera a ponerse la máscara del ídolo inalcanzable, sonriendo con esa perfección que parecía estar grabada en su rostro.
A pesar de todo, Minho no podía negar que Felix tenía talento. Lo había visto cantar y bailar en varios ensayos y presentaciones. La forma en que Felix se movía en el escenario, cómo controlaba su voz y dominaba cada coreografía, era algo que Minho no podía ignorar. No era su tipo de música ideal—Minho prefería algo más crudo, menos producido—pero debía admitir que Felix era bueno, muy bueno. Cada vez que lo veía en acción, Minho se daba cuenta de por qué tantas personas estaban dispuestas a volverse locas por él.
Sin embargo, nada de eso hacía más fácil su trabajo. Felix seguía siendo una fuente constante de frustración. Su forma de tratar a Minho fluctuaba entre el desdén juguetón y un respeto tibio, como si no estuviera seguro de hasta dónde podía empujar a su nuevo guardaespaldas sin quebrarlo. Y Minho, por su parte, se mantenía firme, aunque cada día se preguntaba si había subestimado lo que significaba trabajar para alguien como Felix.
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𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗚𝘂𝗮𝗿𝗱⇉minlix ✓
FanficDonde Minho es el guardaespaldas del ídolo del momento, Lee Felix. ✓MINLIX