Capítulo IV

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Una de las primeras escalas que tiene la emoción en una persona es no parar de sonreír y el de las últimas es comenzar a caminar de un lado a otro sin poder dejar de mirar cada detalle, no había parado de tomarle fotos a Tzuyu, sin importar lo que estaba haciendo siempre tenía el teléfono en la mano para poder capturar ese momento y se sentía tan feliz de poder alcanzar uno de sus más grandes sueños que en un momento quiso llorar.

No es que ella fuera una persona demasiado negativa pero sí que la realidad en algunos puntos de toda la trayectoria que había pasado habían sido concretos y directos en que era muy poco probable que llegara a suceder todo lo que les estaba pasando, además de que había momentos en los que no creía que era merecedora de las cosas buenas que le estaban pasando y lamentablemente era uno de sus más grandes fallos que nunca había logrado ni cambiar ni superar en toda su vida.

Entonces de pronto todo eso que sentía y la gran felicidad que estaba demostrando se fueron disipando poco a poco hasta que solo quedó el observar cada uno de los detalles, no paraba de ver a su novia y de vez en cuando de sonreír porque se notaba lo emocionada que estaba por enseñarle cada uno de los lugares que estaban visitando, era obvio que había hecho algún tipo de investigación para poder explicárselos de esa forma como si se tratara de una guía turística.

Minatozaki se sentía sumamente agradecida por todo lo que estaba viviendo y lo había prometido en voz baja, nunca en toda su vida se iba a olvidar de cada una de las cosas que está viviendo en este día, porque si lo hace definitivamente sería un crimen.

"¿Qué te gustaría comer?". Sana infló las mejillas pensando en que era lo que debía elegir y luego un tiempo se dio cuenta de que lo mejor que podía hacer era dejar que la otra decidiera porque sabía muy bien los lugares donde la comida sabía bien.

"Creo que lo mejor es que tú elijas y que me sorprendas". Chou entrelazó sus brazos y se miraron con una gran sonrisa en sus rostros. "Por lo que sé tienes buenos gustos por la comida entonces me voy a dejar guiar por la mejor de todos los tiempos".

¿Quién diría que dos chicas que se conocieron estando a tantos kilómetros de distancia iban a estar juntas?

Los años habían pasado, tantos que había veces que le sorprendía lo mucho que habían aguantado para poder estar en este momento y no pueden evitar emocionarse al recordar por las cosas que tuvieron que pasar y lo mucho que tuvieron que aguantar. Momentos en los que parecía que todo lo malo que existía en el mundo había llegado a su relación para destruirla de alguna forma y que parecía que lo iban a dejar ganar pero al final siempre prosperaba el amor que se tenían.

"¿Por qué estás tan callada?". La taiwanesa se había dado cuenta del cambio de humor que había aparecido de la nada en su novia y es por eso que quería animarla de alguna forma por lo que lo primero que haría sería sacarle conversación. "No quisiera ser grosera pero es muy raro que te calles". A veces no era tan buena para darse cuenta de sus comentarios.

Sana solo la miró sorprendida por lo que acaba de decir pero lo dejó pasar porque ya estaba acostumbrada, la contraria no lo hacía de mala intención solo que no sabía medirlas o por lo menos saber cómo comunicarlas.

"Pues...". Tomó aire y chasqueó la lengua. "Estaba pensando en que a veces me pasan cosas muy buenas y no me siento merecedora". Si había algo común en la relación después de tantos problemas por lo mismo era la gran comunicación que se tenían sin tener miedo de lo que diría la otra.

La sinceridad y la comunicación son de las bases más importantes que tenían las relaciones. "Claro que eres merecedora de esto y mucho más". Se detuvo y acunó su rostro con ambas manos. "Nunca dudes en ser merecedora de la felicidad que tienes". No le dio un beso porque consideraba que no era el lugar ni el momento pero sí un pequeño roce de sus narices que fue suficiente como para sacarle una gran sonrisa a la mayor.

Había hecho excelente su trabajo y era lo que pensaba la misma, por más que las cosas en un pasado no habían sido fáciles para ellas ahora se daba cuenta de que una de las cosas más importantes que lograron mejorar, además de las dichas anteriormente, es que lograban aceptar las cosas que pensaban, decían o sentían sin llegar a ridiculizarlas.

Cualquier cosa era importante sin importar la gravedad o el tamaño del asunto, cuando eso mejoró comprendieron de que en definitiva estaban destinadas a estar juntas hasta el fin de los tiempos porque aunque no estaba escrito en ninguna parte lo sabían con certeza.

"Gracias por esas palabras, te amo mucho". Le susurró al oído.

"Te amo mucho más". Se miraron a los ojos por un largo tiempo, el suficiente como para poder reafirmar lo afortunadas que estaban siendo y lo mucho que agradecían la oportunidad de poder vivir esta gran etapa juntas sin ningún problema.

Eso si, todo estaba haciendo color de rosas por estos momentos y es que la menor no le había dicho a su novia que dentro de algunos días tenían que ir a un lugar importante en donde habían sido citadas por una persona de igual importancia que el lugar.

"Oye Sana". Esta salió del trance y decidió que lo mejor que podían hacer era seguir caminando, sin responder al llamado solo hizo un sonido para que supiera que debía seguir. "Mi mamá quiere conocerte".

"Oh, mierda". Murmuró por lo bajo pero lo suficientemente alto para que la persona que estaba sosteniendo su brazo se quedara petrificada por lo que acababa de decir, ya que no era muy normal que dijera una grosería de tal índole. "Quiero decir...". Se aclaró la garganta. "Me parece excelente solo me da un poco de miedo".

Intentaba sonar más confiada de lo que estaba y es que el nivel de confianza que había adquirido en toda su vida se había eliminado por completo, esfumado tan rápido como el dinero de un ludópata.

Estaba a punto de desmayarse y si no era poco, también tenía ganas de salir corriendo y sobre todo cambiar su nombre al de otra persona que no tuviera nada que ver con ella para que nunca la encontraran.

Si había una persona en el mundo a la que ella le tuviera miedo o respeto máximo era la madre de su novia porque además de que no la había conocido en persona y no tenía el nivel de confianza suficiente como para poder entablar una conversación, sería demasiado complicado no meter la pata y aún más el actuar como una persona demasiado seria cuando ella no lo es porque por lo que sabe la madre de la taiwanesa no era tan fácil de convencer.

Sería un camino demasiado largo y debía asumirlo porque quería ser parte de la familia de Tzuyu, aunque si fuera por ella y le dieran a escoger aceptaría saltar sin paracaídas o navegar en el Titanic antes de entrar en esa travesía tan gigante que tiene por nombre.

Conocer a la suegra.

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