𓆰 ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 4 ✾

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Pensamientos

A la mañana siguiente, Ash se dirigió con cautela hacia el nido donde Atenea había dormido

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A la mañana siguiente, Ash se dirigió con cautela hacia el nido donde Atenea había dormido. La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las hojas y ramas que cubrían la entrada de la cueva. Ash caminaba en silencio, aún preocupado por lo ocurrido la noche anterior, con la esperanza de que Atenea hubiera descansado bien. Al acercarse, vio a la humana todavía envuelta en la piel negra, respirando de manera tranquila, aunque su rostro mostraba señales de inquietud. Ash se quedó a cierta distancia, sin querer despertarla abruptamente, pero también deseoso de comprobar que estuviera bien después de todo lo que había pasado.

Atenea se removía inquieta en su nido, atrapada en un sueño intranquilo. Los eventos del día anterior se repetían en su mente, como un eco perturbador que no podía ignorar. Las imágenes de Koba acercándose, su agarre en su cuello, y la sensación de vulnerabilidad que había experimentado, todo se mezclaba en un torbellino de emociones. Cada vez que intentaba relajarse, esos recuerdos la asaltaban de nuevo, impidiéndole encontrar paz. Su respiración se aceleraba, y sus manos se aferraban a la piel que la cubría, como buscando una protección que su mente no lograba darle.

Atenea seguía removiéndose en su nido, atrapada en la pesadilla de los recuerdos recientes, cuando Ash se acercó con cautela. Tocó su hombro suavemente, intentando sacarla de aquel tormento interno. Al sentir el toque, Atenea despertó bruscamente, sobresaltada y respirando rápido. Su reacción fue tan repentina que Ash, también sorprendido, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, con un pequeño gruñido de sorpresa.

Atenea se apresuró al borde del nido, con preocupación en sus ojos. Su mirada buscaba asegurarse de que Ash estaba bien, pero antes de que pudiera hacer nada, él alzó el pulgar, sonriendo con un gesto juguetón. Era su manera de tranquilizarla, de recordarle que estaba en un lugar seguro, y al mismo tiempo, un intento por sacarle una pequeña sonrisa, suavizando el ambiente tenso.

Atenea rió ligeramente, una risa suave que apenas rompió el silencio de la mañana. Observó a Ash mientras él se ponía de pie y, con su energía habitual, se acercaba nuevamente a ella. Se sentó a su lado, acomodándose con una cercanía que transmitía protección y compañía.

Atenea miraba al frente, intentando recuperar la calma que había perdido durante la noche. Sentía la mirada de Ash en su rostro, y cuando giró su cabeza hacia él, vio cómo la observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Ash ululó suavemente, un sonido que intentaba ser tranquilizador. Luego, le señaló a ella misma y alzó el pulgar, ladeando la cabeza con una expresión interrogante. Quería saber si estaba bien, si el temor que había visto en sus ojos la noche anterior había desaparecido.

Atenea asintió y sonrió en respuesta al gesto amable de Ash. Este, satisfecho con su reacción, ululó suavemente mientras se levantaba, haciendo un gesto con las manos para indicarle que se quedara allí. Aunque dudosa, Atenea decidió hacerle caso, observando cómo Ash se dirigía hacia la salida con su habitual energía.

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