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Los invitados


Pelliot Voreoti.

El sonido de la pluma rozando con el papel era el único sonido que rompía el silencio pesado de mi oficina. A mi alrededor, la estancia estaba iluminada por la luz cálida de las lámparas de aceite, pero mi atención estaba fija en el papel frente a mí, donde las cifras y detalles de los informes que se habían acumulado me mantenían ocupado. Los recursos y suministros estaban bajo control, como siempre.

Los minutos avanzaban y me mantenía ignorando las miradas pesadas, especialmente la de Kara. Sabía que su paciencia tenía un límite, y la tensión en la habitación crecía a medida que el silencio se prolongaba. Finalmente, la presión se volvió demasiado, y Kara, sin poder contenerse más, rompió el silencio.

— ¿En qué estaba pensando, su excelencia?¿Es por eso que adoptó a los niños? —su voz estaba cargada de una mezcla de incredulidad y preocupación, emociones que rara vez mostraba.

Dejé de escribir, permitiendo que el silencio se asentara una vez más antes de levantar la mirada hacia ella. Su postura rígida y la ligera inclinación hacia adelante dejaban claro que estaba esperando una respuesta. Sus ojos, normalmente reservados y disciplinados, me observaban con una intensidad que rara vez mostraba.

Me levanté con calma, reprimiendo una sonrisa mientras les daba la espalda, dirigiendo mi mirada hacia la ventana. La luz del día apenas iluminaba el paisaje nevado, pero el frío ambiente no lograba penetrar la calidez controlada de la oficina. La tensión en la habitación era palpable, y sentí cómo las miradas de los tres seguían cada uno de mis movimientos, esperando alguna señal que disipará sus dudas.

— No es solo irresponsable —comenzó Kara, su tono ahora más desafiante—. ¿Siquiera consideró cuánto podría terminar lastimando a los niños?

Su pregunta resonó en la habitación, dejando una sensación de peso en el aire. Mantuve mi mirada fija en el paisaje invernal durante unos segundos hasta que mis ojos encontraron a Lionia. Sonrió por su aparente fascinación con la nieve. Corría de un lado a otro, con los rizos oscuros de su cabello rebotando mientras intentaba atrapar los copos de nieve que caían alrededor de ella. Sus mejillas estaban sonrojadas por el frío, pero eso no parecía molestarla en lo más mínimo.

Comencé a buscar la presencia del pelinegro mayor, mi mirada recorriendo el exterior en busca de cualquier señal suya. No debía estar muy lejos; Lowen siempre estaba cerca de Lionia, como una sombra silenciosa o ha si parecía en estos últimos días. 

—Un niño no es una mascota —continuó Kara, su voz cargada de una mezcla de preocupación y desaprobación. Sus palabras me obligaron a volver mi atención a ella, aunque seguí sin mostrar una reacción visible —. Este comportamiento suyo, su excelencia, es como que ha recogido un par de perros de las calles para tener un juguete.

Hermanos Voreoti ━━ [Me convertí en la hija adoptiva del protagonista masculino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora