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Conociéndonos 

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Conociéndonos 

El silencio había perdurado por alguna tres horas, Lionia cabeceaba de vez en cuando hacia adelante por lo que opté por recostarla en mis piernas. Aun con su somnolencia esta se negaba a caer dormida, yo no la ayudaba a mantenerse despierta y seguía repartiendo caricias en su cabellera.

Yo seguía absorto en la inmensidad de este bosque, llevábamos horas y aun no salimos de él. Nos encontramos ya bastante alejados de lo que fue nuestra residencia infernal, por alguna razón me encontraba relajado ante ese hecho. No me importaba ser adoptado por el señor del Norte, no era incómodo y por alguna razón me parecía familiar la sensación de estar junto a él.

Un ligero golpe en la ventanilla hace que me desconcentre del flujo veloz de mis pensamientos logrando acaparar la atención de los tres. Una mujer se inclinaba ante el azabache mayor, lo que me hace percatarme de que nos habíamos detenido en algún lugar del bosque interminable.

— ¿Qué pasa, caballero Ravipas? — rompe el silencio por fin el duque.

— Me disculpo por la repentina parada, su excelencia —responde con notable respeto ante el mayor — Considerando la hora de la noche y el bienestar de los jóvenes, propongo que nos quedemos en la posada del frente.

Quizás sea lo mejor para Lionia.

— Oh, estamos bie...

— Hagamos eso —interrumpe el azabache.

—¡Hey, estaba hablando señor! —reclama en un grito la menor.

— Eres ruidosa —doy un pequeño toque a su frente.

— Estas apática por el hambre, pero tú cuerdas vocales parecen estar bien —la ignora.

Siento la mirada fulminante dirigida a ambos. Dejó que ambos bajen primero del carruaje y me sobresaltó al ver a Lionia comenzar a caer hacia adelante. Me levanto con rapidez y un suspiro se me escapa cuando el duque logra sostenerla a una velocidad monstruosa antes de que impacte contra el suelo, este parecía sorprendido.

— Eres tan torpe —digo apoyado en el marco de la puerta y tomando un impulso antes de lanzarme al suelo. Mantengo una postura firme al caer y avanzó despacio a la entrada de la posada.

— ¿A quién llamas torpe? —escuchó el reclamo de mi hermana que había salido de su ensoñación al presenciar los reflejos del mayor y ahora se encontraba en los brazos del caballero Ravipas.

La verdad había hecho oídos sordos a las palabras del duque.

— ¿Quién se tropieza con sus propios pies? —devuelvo burlón.

Esta comienza a moverse con brusquedad en los brazos del caballero.

— ¡Bájame Melles, déjame matarlo! — gritó furiosa.

Hermanos Voreoti ━━ [Me convertí en la hija adoptiva del protagonista masculino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora