05: Gotas de felicidad

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Quackity tenía 11 años cuando se dio cuenta que para vivir ciertas experiencias nuevas y significativas, tienes que ser valiente y arriesgarte

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Quackity tenía 11 años cuando se dio cuenta que para vivir ciertas experiencias nuevas y significativas, tienes que ser valiente y arriesgarte.

Esa mañana se había quedado dormido tres veces en clases, lo cuál, no le solía ocurrir habitualmente, pero ese día se encontraba demasiado cansado.
Se había dormido más tarde de lo que su madre le había permitido por ayudar a Foolish a terminar la torre de una maqueta gigante de un castillo de lego.

Su amigo era un fanático de las construcciones y esa semana había un concurso en la escuela, donde la mejor construcción se ganaba un premio sorpresa.

A su parecer ni valía la pena el esfuerzo. Estaba seguro que el premio debía ser un libro para colorear, pero su amigo se veía tan motivado y feliz que no se pudo negar a ayudarle.

Pero como ya no estaba dispuesto a soportar dos horas más de clases, decidió avisarle a sus amigos que no los acompañaría a comer, tomando sus cosas para ocultarse en la biblioteca.

El lugar era grande, espacioso y cálido, perfecto para un día nublado como ese, lleno de libreros gigantes, que tenía la certeza de que le faltaría vida para poder leer todos esos libros.

Sabía que no había muchos alumnos en ese horario. Antes cuando no tenía muchos amigos, solía ir muy seguido a ocultarse allí. Era un buen lugar para ir a dormir.

Se acomodó con su mochila en un sillón que estaba en el rincón del segundo piso, y se durmió.

No tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido de su siesta, pero cuándo comenzó a abrir nuevamente los ojos, pudo escuchar un suave y leve golpeteo constante que chocaba contra el techo y las ventanas, que al pasar los minutos se hacía más fuerte y ruidoso.

Estaba lloviendo.

Se frotó los ojos y se estiró recordando el lugar donde estaba.

Dirigió su mirada al reloj que se encontraba en la pared junto a él, dándose cuenta que hace 15 minutos habían acabado sus clases.

No se preocupó mucho al respecto, hoy se supone que debía ir al taller de idiomas que impartía la escuela, al cuál nunca tenía ganas de asistir y ahora con esa lluvia invernal mucho menos.

Solo quería llegar a su casa y tomar una chocolatada hecha por su madre, acurrucado entre sus sábanas calentitas.

Pero debía esperar a que alguien lo pasara a recoger, lo cuál sería en aproximadamente 1 hora.

Suspiró derrotado. Desearía ser un poco más grande para poder caminar a casa solo.

Y ese pensamiento fue como una iluminación divina.

Podría irse caminando a su casa, conocía el camino a la perfección, no vivía lejos de la escuela, además podría probarle a su padre que ya era un niño grande que no necesitaba que lo recogieran.

El Lienzo de mi corazón 𖹭 LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora