El sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte cuando Ayanokouji Kiyotaka llegó a la secundaria Sōbu. Las calles aún estaban envueltas en una ligera bruma matutina, y el aire fresco acariciaba su rostro mientras caminaba hacia la escuela con su acostumbrada calma. Era temprano, mucho más de lo necesario, pero Ayanokouji prefería tener tiempo de sobra para observar su entorno sin la distracción del bullicio estudiantil.
Al llegar al edificio escolar, los pasillos estaban prácticamente vacíos, solo se escuchaba el eco de sus pasos sobre el suelo. Subió las escaleras en silencio, dirigiéndose a su salón de clases. Sabía que era poco probable encontrar a alguien tan temprano, pero eso no le molestaba. De hecho, prefería la tranquilidad antes de que comenzara la jornada escolar.
Sin embargo, al girar en el último pasillo antes de llegar a su aula, Ayanokouji notó una figura familiar apoyada contra la pared, con una postura despreocupada. Hikigaya Hachiman, el chico que había notado en clase el día anterior, estaba allí, aparentemente absorto en sus propios pensamientos. Sus ojos, oscuros y penetrantes, parecían observar el vacío con una intensidad que contrastaba con su actitud desganada.
Ayanokouji sintió una ligera curiosidad. Hikigaya era un enigma, alguien que parecía tan reservado y distante como él mismo. Decidió que este sería un buen momento para iniciar una conversación y, tal vez, obtener más información sobre uno de los compañeros de clase que más había llamado su atención.
—Estás aquí temprano —comentó Ayanokouji, deteniéndose a una distancia prudente de Hachiman.
Hikigaya levantó la vista, sorprendido por un momento antes de recuperar su compostura. Sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras evaluaba al joven frente a él.
—Tú también —respondió Hikigaya, su tono plano, casi aburrido—. No es común ver a alguien más por aquí a esta hora.
Ayanokouji asintió, reconociendo la verdad en las palabras de Hikigaya. La mayoría de los estudiantes preferían aprovechar esos últimos minutos de sueño antes de que comenzara el día escolar. Pero él no era como la mayoría de los estudiantes, y parecía que Hikigaya tampoco.
—Prefiero llegar temprano —dijo Ayanokouji, manteniendo su tono neutral—. Es más tranquilo.
Hikigaya esbozó una sonrisa amarga, casi imperceptible.
—Sí, la tranquilidad es un lujo en este lugar —comentó, volviendo a mirar al frente—. Aunque, a veces, el silencio también puede ser inquietante.
Ayanokouji captó la insinuación en las palabras de Hikigaya. Era evidente que este chico era más observador de lo que dejaba entrever su apariencia desinteresada. Ayanokouji decidió que era hora de indagar un poco más.
—Es interesante —continuó Ayanokouji—. La mayoría de la gente busca compañía, incluso en la escuela. Pero tú pareces evitarla.
Hikigaya lo miró de reojo, como si intentara decidir si Ayanokouji estaba haciendo una simple observación o si había algo más detrás de sus palabras.
—La compañía de la gente suele ser agotadora —dijo finalmente Hikigaya—. La mayoría de ellos están demasiado preocupados por las apariencias, las relaciones superficiales... Prefiero mantenerme al margen.
Ayanokouji asintió, comprendiendo su punto de vista. En cierto modo, Hikigaya le recordaba a sí mismo: un lobo solitario, pero por razones que aún no estaban del todo claras. Sin embargo, Ayanokouji no era alguien que simplemente aceptara las cosas al pie de la letra.
—Eso es cierto —respondió Ayanokouji—. Pero a veces, mantenerse al margen también puede ser una forma de esconderse.
Hikigaya lo miró fijamente, sus ojos mostraban un destello de desafío.
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Ayanokouji en oregairu
FanfictionAyanokouji Kiyotaka, un joven que ha pasado toda su vida atrapado en la estricta y despiadada Sala Blanca, finalmente logra escapar con la ayuda de Matsuo, su único aliado. Ahora, con un pasado cuidadosamente fabricado, se inscribe en la secundaria...